tribuna

¿Abandono o desmemoria?

Por Carlos Acosta García.| Tengo cierto temor al comenzar esta croniquilla porque ya saben ustedes que, sobre todo en los pueblos pequeños, hay personas que sólo admiten su opinión; las de los demás no cuentan. Durante los años de nuestra guerra civil, había dos médicos en Garachico: don Teógenes Jerez Veguero y don José Asín Gabín. Ambos cumplían, durante horas y horas, con su difícil cometido. Hoy, como somos mucho más modernos, no tenemos médico de noche ni en los fines de semana. Hemos tenido, a lo largo de meses, años y décadas, un pequeño hospital en el pueblo. Había primero frailes y después monjas que ayudaban, al menos moralmente, a los doctores. Pero esto es ya historia. Ahora, una especie de asilo. Me dicen que el edificio del convento franciscano está siempre cerrado. Allí hubo, en otro tiempo, teatro, cine, conciertos, exposiciones… Me gustaría saber qué ha pasado con él. No recuerdo si fue en el mandato de Lorenzo Dorta o en el de Ramón Miranda cuando se instaló un hermoso lagar en la Puerta de Tierra, el más visitado lugar de todo el pueblo. El paso del tiempo lo ha estropeado mucho. Ha estado allí durante muchos años, pero en el más atroz abandono. Se mantuvo a durante casi un siglo una hermosa ñamera en los jardines de la plaza de Abajo. Un día, alguien decidió quitarla, no sé con qué intenciones. Lo cierto es que, a pesar del tiempo transcurrido, la bella o casi secular ñamera -o su sustituta- no ha vuelto por allí. Como la ñamera por un lado y el lagar por otro son menudencias, uno tiene el temor -¿infundado?- de que se dé a los médicos el mismo trato.

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