tribuna

De “comas asesinas”, nada

Por Marcial Morera. Por qué no suele haber pausa (o coma, si hablamos en términos de lengua escrita) entre el sujeto y el verbo? Pues simplemente porque el sujeto (el sujeto léxico, como dicen los gramáticos modernos) funciona como complementación directa de la persona implicada en el verbo (o sujeto gramatical), y, como es natural, entre los complementos directos, precisamente por ser directos, y el elemento que los rige nunca puede haber pausa. De ahí que digamos “Los niños estudian” y “La clase del jueves pasa para el viernes”, y no “Los niños, estudian” ni “La clase del jueves, pasa para el viernes”. Y si esto es así, si entre el sujeto y el verbo no puede haber pausa (o coma, repetimos), ¿por qué, sin embargo, no son infrecuentes esas comas que los censores más alarmistas han dado en llamar “comas asesinas” o “comas criminales”, en casos como “Los malos medios seguidos en nuestro siglo, muestran ampliamente que el fin apenas vale” (traducción de los Ensayos de Montaigne). Pues por dos razones muy concretas. En unos casos, por una razón fisiológica muy evidente: la necesidad de respirar después de sujetos muy largos. Si en una frase como “Los solicitantes que no presenten la documentación requerida antes del día 15 de enero quedarán excluidos del concurso”, el hablante no hiciera una leve pausa inmediatamente después del sujeto léxico, reventaría. Por eso precisamente recomienda la Academia poner coma cuando el sujeto implica una enumeración abierta, como en “Meros, chernes, abades, samas, etc., se vendían como rosquillas”. ¿Sufre algún menoscabo la claridad del texto por la presencia de esta pausa fisiológica, como suponen muchos? Evidentemente, no, porque el interlocutor sabe en todo momento que el fragmento de discurso que se encuentra antes de esa pausa designa al agente. En otros casos, la pausa o coma aparece por una razón semántica: la tematización o puesta de relieve del sujeto. Es lo que ocurre en frases como “Un idioma que entendamos todas, es primordial” (leída en los subtítulos de la 2 de TVE el día 8 del corriente mes de marzo). Tampoco en este caso se ve comprometida para nada la función conceptual básica de sujeto léxico, que es la conceptualización o determinación del sujeto gramatical o núcleo del sujeto oracional, que desempeña la llamada “persona verbal”. Frases como “La dirección del Museo del Louvre en París, pide ayuda al gobierno” (Canal 24 horas, el día 24/1/2025) y “Quien bien te quiere, te hará llorar”, por ejemplo, presentan un matiz parcialmente distinto del que presentan sus correspondientes “La dirección del Museo del Louvre en París pide ayuda al gobierno” y “Quien bien te quiere te hará llorar”. En las primeras, se pone el énfasis sobre el sujeto, indicando que ese es el tema de la conservación, como ocurre en el lenguaje periodístico con frases del tipo “Las riadas de Valencia, serán tratadas hoy en el consejo de ministros” o “La pesca del atún rojo, será el tema de la conferencia de mañana”, que es como decir “Las riadas de Valencia, esas serán tratadas hoy en el consejo de ministros” o “La pesca del atún rojo, ese será el tema de la conferencia de mañana”. En la segunda, se pone el énfasis sobre el predicado. Lo que interesa no es el tanto el tema como el rema, como se dice en la teoría de la comunicación. De comas criminales o asesinas, por tanto, nada. De ahí que no deban los maestros y correctores de estilo poner el grito en el cielo cuando ven sujetos seguidos de pausa o coma, porque el alumno, el hablante o el autor del texto que leen puede haber querido decir cosas distintas de las que ellos entienden. En cuestiones de lenguaje, no se trata de condenar, sino de intentar comprender y explicar por qué dice el hablante lo que dice y por qué lo dice como lo dice.

*Catedrático de Lengua española de la ULL

TE PUEDE INTERESAR