tribuna

La ansiedad

La política no va a cambiar de un día para otro a pesar de que la ansiedad haga presa en muchos de sus actores. El tiempo es algo que tiene que pasar y en el de zozobra, como decía la santa madre, no hay que hacer mudanza. Esta recomendación hay muchos que no la entienden. Hoy se discute sobre la conveniencia de que Sánchez siga en el Gobierno y, a la vez, se expone la falta de alternativa para que eso deje de ser así. Todo pasa y todo queda, como decía Machado. Hasta Trump y Putin pasarán. Es una cuestión de tiempo. En esto le doy más oportunidades a Zelenski, aunque sea sólo por su ventaja en el calendario. La ansiedad es un mecanismo de defensa ante estímulos que pueden considerarse peligrosos. No es una actitud racional, porque lo racional trataría de resolver cualquier encrucijada aplicando un proceso lógico. Por lo tanto, puede considerarse como algo enfermizo e incontrolable. Estamos ansiosos porque alguien nos amenaza con alarmas que provienen de campos que no controlamos. El mundo cambia y el orden para sujetar esos cambios tarda más en llegar que los propios cambios. Por eso se requiere de un periodo de adaptación para que las cosas se asienten debidamente. Por eso todo nos coge con el pie cambiado, por eso tenemos miedo y nos sentimos inseguros, porque aún no hemos construido la cobertura para protegernos de los conflictos que nos acarrean las innovaciones. Estamos sometidos a la técnica de los relatos, a la Inteligencia Artificial, a la duda sobre la solidez de las ideologías, y a la ausencia de un sistema legal que regule los supuestos abusos en un ambiente sin leyes. Estar sin leyes es como estar sin dioses. Margarita Yourcenar describió el mundo de Adriano como un mundo sin ellos. Quizá fuera debido a una normalización de lo que antes se consideraban transgresiones, y quizá, por eso mismo, resultaba tan apasionante. Vivimos en el vacío de un cambio en la moral, el generado por el trueque de unos valores por otros. Esa puede ser la causa principal de que estemos ansiosos, pensando que estamos perdiendo con una enorme rapidez algo que nos resultaba tan íntimo y tan definitorio. Sánchez, que tanto nos inquieta, y Trump o Elon Musk o Putin son personajes pasajeros en una época de mudanzas. La condición humana no está ligada a la virtud, aunque la virtud sea un deseo que nunca vamos a abandonar. La condición humana sigue las reglas de la evolución y se agarrará a lo que sea con tal de superar ese instinto de supervivencia que es tan importante para permanecer, igual que hacen esos organismos extremófilos, que se aferran a la vida en las peores condiciones, porque a la vida sólo hay que darle una oportunidad para asirse a ella desesperadamente. Estar ansiosos es indudablemente una situación irregular, pero no es menos cierto que esa actitud resulta imprescindible para eludir los peligros que nos anuncian las alarmas. Otra cosa bien distinta es que reaccionemos con la racionalidad necesaria para superar las dificultades. Estamos atravesando por uno de esos períodos que describía Yourcenar. Es normal.

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