El debate está servido en la órbita del periodismo y ha llegado hasta la disyuntiva: adaptarse a la Inteligencia Artificial (IA) o desaparecer, esa es la cuestión, como plantea Sheyla RM en el digital Zamoranews.com. Por lo tanto, los medios se enfrentan a una transición compleja que afecta a todos los niveles de la organización: desde las estrategias corporativas o empresariales hasta las redacciones, o lo que quede de ellas. Está muy claro: el inmenso proceso de transformación digital estructural empieza a efervescer. Ya están aceptados estos hechos: la disminución de audiencias en formatos tradicionales, la adaptación a nuevos canales de distribución y la competencia con gigantes tecnológicos -cuya propiedad está en unas pocas manos milmillonarias- por los ingresos publicitarios. Eso significa propiciar soluciones tecnológicas innovadores, especialmente en lo que respecta al conocimiento y la segmentación de audiencias. ¿Dónde está la clave? Invertir en dispositivos y herramientas que faciliten la captación de datos y activen modelos de comercialización más sostenibles.
Eso significa que el futuro del periodismo dependerá de la educación y la adaptación. La misma Sheyla RM concluye que “la formación en IA y la alfabetización digital serán esenciales para que los periodistas puedan seguir desempeñando su labor con rigor y responsabilidad. En un mundo donde la información se mueve más rápido que nunca, la capacidad de discernir lo real de lo falso será piedra angular del periodismo moderno”. Tan sencillo y rotundo como eso.
Otros autores alientan el debate aportando sus opiniones sobre el particular. Por ejemplo, el periodista y comunicador audiovisual Pablo Sáez, después de subrayar el peligro que significan las deepfakes, una modalidad tecnológica capaz nada menos que de falsificar imágenes, audios y videos con un realismo sorprendente o, lo que es igual, una serie de medios sintéticos que pueden hacer que una persona parezca haber dicho o hecho algo que, en realidad, no ocurrió, Sáez -decíamos- afirma que, “si no se toman medidas, estas herramientas pueden ser utilizadas para manipular la opinión pública y generar crisis políticas”. Ello pone de relieve que el trabajo informativo o periodístico resulta determinante para detectar y desmentir estos engaños antes de ser difundidos de manera masiva e impunemente.
Claro que, lejos de resultar una amenaza, la IA también puede ser una aliada que se utiliza de manera cabal y estratégica. Hay testimonios de expertos que convergen en el sentido de que quienes aprendan a utilizar estas herramientas podrán optimizar su trabajo, automatizar procesos y centrarse en el análisis profundo de la información. “El verdadero desafío no es competir contra la inteligencia artificial, sino aprender a convivir con ella”, sostiene Sáez.
Entonces, para afrontar fenómenos como la desinformación que ponen a prueba el rigor periodístico, está claro que los periodistas deben asumir un papel más crítico y responsable en la verificación de hechos y datos para evitar, sencillamente, la difusión de información errónea. Si ha cambiado o sigue evolucionando la forma de producir y consumir noticias, hay que estar a la altura: hay que reinventarse para continuar siendo relevantes en la era digital.