En los últimos años, Canarias ha protagonizado un fenómeno inédito dentro de la industria musical española e internacional. Desde distintos barrios y municipios del Archipiélago, una nueva generación de artistas urbanos ha logrado abrirse paso con fuerza en plataformas digitales y festivales a nivel nacional. Las cifras lo confirman. Las canciones conectan y el público responde con interacciones. Sin embargo, este auge a escala mundial no ha ido acompañado del desarrollo de una infraestructura regional sólida, que permita sostener y proyectar ese crecimiento a largo plazo.
“No hay una red empresarial que ayude a la gente a crecer desde aquí”, afirma Fabiola Zamorín (Tenerife, 1996), especialista en marketing musical y fundadora de Crownd, una de las pocas agencias en España dedicadas exclusivamente a la estrategia digital para artistas. “Incluso músicos consolidados tienen que mudarse a Madrid para avanzar en sus carreras. El talento en las Islas abunda, pero faltan estructuras para consolidarlo aquí”.
Zamorín forma parte de una nueva ola de profesionales que, tras formarse fuera del Archipiélago y adquirir experiencia internacional, ponen sus ojos en las Islas con la intención de profesionalizar el entorno cultural. En su caso, su carrera comenzó trabajando para una agencia estadounidense enfocada en música, antes de fundar su propia empresa. Su diagnóstico, en líneas generales, es definitorio: el problema no es de creatividad, sino de contexto.
Canarias cuenta con una “cantera” diversa de artistas emergentes, especialmente dentro del panorama urbano. Sin embargo, la tinerfeña advierte de que la mayoría de estas carreras se desarrollan sin respaldo técnico, legal o profesional procedente de las Islas, lo que dificulta la posibilidad de construir una trayectoria sostenible desde Canarias
“No hay managers, ni incluso salas capaces de albergar grandes directos, ni abogados especializados, ni productores con formación real. Tampoco hay formación específica en marketing musical, distribución, propiedad intelectual o producción ejecutiva. Todo está muy disperso”, señala Zamorín.
La consecuencia es un “modelo frágil”, donde el desarrollo profesional recae en un mismo movimiento: emigrar a la península.
Profesionales sin industria, industria sin profesionales
La estratega de marketing denuncia una desconexión grave entre “el interés de los jóvenes y la formación disponible en las islas”: “Hay chicos y chicas que quieren hacer música, otros quieren producir, pero desconocen los programas o las estructuras básicas de un estudio”.
En el ámbito educativo, señala que los ciclos superiores vinculados al sonido o a la imagen “no están orientados a las necesidades reales de la industria musical contemporánea”.
Lo mismo ocurre en áreas como el estilismo, la dirección creativa o la abogacía especializada. “Si quieres dedicarte al estilismo musical, te preparan para diseñar trajes de carnaval, pero no para vestir a un artista para una gira o un videoclip”.
Para Zamorín, la solución pasa por abordar el problema desde varios frentes: educación, acceso y creación de redes profesionales. “Institutos, charlas, ponencias, talleres, actividades extraescolares… Se trata de explicar cómo funciona la industria y qué roles existen”.
Una agencia pionera
Crownd, la empresa que dirige desde hace varios años, nació con la intención de profesionalizar el marketing musical en un sector dominado por estructuras tradicionales. Inspirada por su paso por una agencia de EE.UU., decidió aplicar ese modelo a la realidad española, con un enfoque centrado en artistas emergentes.
Entre sus principales apuestas está la visibilidad del trabajo de marketing en los lanzamientos. “Los créditos suelen mencionar al director, al cámara, pero no al equipo de estrategia. Nosotros insistimos en que se reconozca ese trabajo. Eso nos ha ayudado a posicionarnos”, explica.
El papel de las instituciones
Zamorín señala la necesidad de una mayor implicación institucional. “Hay casas de la cultura vacías. Con un poco de apoyo, se podrían llenar con talleres, charlas, espacios de encuentro. Pero hace falta empatía con la gente joven, con sus códigos, con sus gustos y sobre todo, aficiones”.
No se trata solo de financiación, sino de diseño de políticas públicas orientadas a las nuevas generaciones culturales. “La industria musical ya no es solo radio, televisión y festivales. Es también TikTok, distribución digital, creación de contenido, propiedad intelectual. Y eso, no se está explicando”.







