Son 20 puntos los que han acordado en Washington Trump y Netanyahu para acabar con la guerra en Gaza, o con la masacre o con el genocidio o como quieran llamarlo. Israel ha pedido perdón a Qatar por sus ataques y el mundo árabe parece dar el visto bueno al plan diseñado por Tony Blair. También la ANP parece mostrar su conformidad. En El País dicen que es una encerrona para Hamás y yo no sé si esto es estar a favor del final o alimenta las posibilidades de continuar con el conflicto. Supongo que debe haber mediadores de por medio y sabrán cuál es el nivel de aceptación por parte del grupo terrorista. Por el momento la pelota se encuentra en su tejado. Hace unos días el presidente Sánchez recomendaba a Trump que tomara nota de cómo se negoció el alto el fuego con ETA. Una de las cosas importantes de este acuerdo fue la no concesión de ninguno de los objetivos irrenunciables del grupo abertxale y, por supuesto, no escenificar una reunión oficial donde se les reconociera una representación a nivel de Estado. En este mismo supuesto sería imposible ver la foto del líder de Hamás en la Casa Blanca. Ignoro cómo va a ser el resultado de estas negociaciones, pero sí puedo asegurar que lo sucedido hasta ahora cambia las cosas a pesar de lo que diga la prensa, que, dicho sea de paso, no va a alterar su argumentario de un día para otro. Aparte de ser calificado como un trágala, el acuerdo es mejor que no tener ninguno. Esto hará pensar a los observadores externos sobre por quién tomar partido en la solución del conflicto. Es difícil alinearse con una negativa de Hamás aunque no faltarán los que lo hagan por cuestiones exclusivamente ideológicas. Parece tratarse de un final en donde el agresor, en este caso Israel, se queda sin castigo, pero hay que considerar que este conflicto se ha prolongado hasta llegar a una escalada insoportable por no haber aceptado una de las partes la entrega de los rehenes. Este asunto ha estado sobre la mesa en varias ocasiones, aunque no venía acompañado de un protocolo de continuidad. Ahora hay uno que no satisface del todo a las partes. Al menos esa es la opinión de El País. Traerá flecos que no se solucionarán en un día. Es mucha la carne que se ha puesto en el asador para ahora tener que renunciar a que se acabe de cocinar. Las flotillas y su escolta tendrán que regresar a sus bases y los debates semánticos se darán por finalizados, y serán muchos ideales los que se quedarán sin cobertura. Estas son las consecuencias de la paz, siempre en contraposición con los perjuicios de la guerra. Aquí se enfrentan los dos gallos, como siempre, en la controversia entre la agresión y la resistencia. No es tan fácil. Aunque Hamás acepte esto no acaba aquí. Seguiremos hablando de ello porque en el debate tenso está el rédito.
