La aparición de flores en la Antártida, lejos de ser un espectáculo natural, está siendo interpretada como una advertencia. En la vastedad helada del continente antártico, donde tradicionalmente florecen pocas especies, la reciente proliferación de plantas autóctonas señala un cambio ambiental significativo.
Históricamente, la península antártica ha sido hogar de apenas dos especies de plantas con flores. Sin embargo, un estudio reciente ha revelado que estas están experimentando un crecimiento a un ritmo nunca antes registrado, correlacionado directamente con el incremento de las temperaturas y el retroceso del hielo en la región.
La investigación, dirigida por Nicoletta Cannone de la Universidad de Insubria en Italia, rastreó el desarrollo de estas plantas en la isla Signy, perteneciente al archipiélago de las Islas Orcadas del Sur. Se descubrió que el pasto antártico ha experimentado en la década 2009-2019 un crecimiento equivalente al observado en los 50 años previos, mientras que la hierba perla antártica ha aumentado su ritmo de expansión por cinco en el mismo período.
El panorama es revelador: la densidad de las plantas en los sitios estudiados ha ido en aumento año tras año. Esta observación coincide con datos proporcionados por Discovering Antártida, una organización sin ánimo de lucro, que informa que las temperaturas en esta región han ascendido en promedio 3°C, acelerando la retracción de las plataformas de hielo.
Peter Convey, del Servicio Antártico Británico, subrayó la gravedad del fenómeno: “Más que un mero incremento en el crecimiento, estamos probablemente ante un cambio estructural, un punto de inflexión.” Por su parte, Matthew Davey, de la Asociación Escocesa de Ciencias Marinas, señaló la clara evidencia de una rápida expansión en la flora antártica.
Aunque este aumento en la vegetación podría parecer benigno a simple vista, encierra diversas complicaciones. Es posible que factores adicionales, como la disminución de lobos marinos –ligada también al cambio climático– estén influyendo en el aumento de vegetación. Además, a medida que el continente se torna más propicio para la vida, especies invasoras podrían hallar en él un nuevo hogar, desplazando a las plantas nativas y alterando ecosistemas que han prevalecido durante milenios.
Nicoletta Cannone advirtió sobre las posibles ramificaciones de este fenómeno en toda la Antártida: “Si lo que vemos en la isla Signy es un indicativo de lo que sucede en otros lugares del continente, podríamos estar presenciando transformaciones similares en varios sitios.” Esto plantea un escenario donde la biodiversidad y el paisaje antártico podrían alterarse de forma drástica y rápida, dejando tras de sí un ecosistema irreconocible.