Sumar, como definición de una operación aritmética, significa “añadir: reunir en una sola varias cantidades homogéneas”. Con este idílico concepto de los Mundos de Yupi se lanzó Bambi Yolanda a una operación política que en realidad buscaba liquidar a “la izquierda molesta” y facilitar a Pedro el Grande una muleta más dócil y cómoda que, entre otras cosas, fuera más aceptable por la sociedad en su conjunto (y por deteterminada clase empresarial en concreto) y, sobre todo, no le discutiera el liderazgo ideológico universal al que aspira para eternizarse en el poder. ¡Y es que, en este cuento, el cazador está detrás del cervatillo!
Pero hay una palabra en esa definición que hace chirriar las matemáticas con la política, y es “homogéneas”. Los componentes de ese sumado – Compromís, Más Madrid, En Comú, Izquierda Unida (también conocida como Izquierda Hundida)…- no tienen la menor aspiración a ser “lo mismo”, sino que buscaban con urgencia un vehículo de sustitución en cuanto a Podemos se le gripó el motor.
La crudeza de las urnas ha devuelto en muy poco tiempo a la cruel realidad a quienes hicieron sonar aquellos cantos de sirena. Los estrepitosos fracaso de los resultados en Galicia (tierra de Yolanda, donde por cierto ya había participado en dos o tres proyectos políticos), en País Vasco y más recientemente en las Europeas han certificado un secreto a voces: que el proyecto no era más que un cascarón vacío destinado a ser la enésima víctima de la “jibarizacion” política de todo el que se le acerca a recibir el abrazo del oso por parte del PSOE.
Una vez más, se ha corroborado aquella definición que de Pedro Sánchez hizo certeramente Arturo Perez-Reverte, como el mejor personaje de novela que podría imaginar: un “killer” sin escrúpulos ni restricciones morales, capaz no sólo de saltarse cualquier regla, sino de crear otras nuevas a su medida, y de matar (políticamente, por supuesto) a toda persona, animal o cosa que esté a su alrededor y obstaculice su propia supervivencia, incluidos sus propios “asesinos a sueldo” que ha empleado con anterioridad.
Que no cunda el pánico, de todas maneras. Yolanda se va… pero no se va. Aún puede prestarle algún postrero servicio al Amado Líder, y siempre le quedará el bote salvavidas de “sumarse” al PSOE cuando el naufragio de Sumar sea ya irremediable. Hasta cinco ministros (si se puede llamar Ministerios a todos ellos, algunos muy de andar por casa) seguirá manejando la aún Vicepresidenta segunda. Lo que aún está por definir es si alguien se atreverá a intentar su funeraria sucesión (Iñigo Errejón lo ansía con fuerza, porque aún no ha culminada su íntima venganza contra su “hermano” Pablo), o si sorprendentemente Podemos tendrá una “vida extra” en esta surrealista partida política que vivimos actualmente. Dejo para mejor ocasión las réplicas que el terremoto de Sumar ha dejado en Canarias, donde la funesta elección como socio de Nueva Canarias -más guiado por su deseo de dañar a Coalición Canaria que de la más mínima coherencia ideológica o programática- ha sido la gota que amenaza incluso con el futuro de su propia existencia, cansados como están los alcaldes y sus estructuras locales, de los caprichos de Román Rodríguez y los que llevan 20 años monopolizando el poder de su partido como un Monopoly personal.
Y de esto (como de casi todo lo que pasa últimamente en este país) no será ajeno lo que se le ponga en el entrecejo al señor Puigdemont, primero en Cataluña y, como consecuencia, en España… ni en uno ni en otro descartable un adelanto electoral antes de finalizar el año. Para entonces, ya habremos recibido la Tercera Epístola de San Pedro a los Españolicenses y su “Manual de Resistencia”
Análisis de: José Alberto Díaz-Estébanez – Periodista y Diputado por CC en el Parlamento de Canarias