Un reciente hallazgo por arqueólogos en las alturas andinas de Perú ha ofrecido a los arqueólogos una nueva ventana hacia el mundo ritual y jerárquico de las civilizaciones preincaicas. A 3.000 metros sobre el nivel del mar, un equipo de investigadores ha descubierto estructuras de piedra pertenecientes al pueblo Chavín, una cultura anterior al imperio inca que dejó una huella profunda en los Andes centrales. En estas estructuras, los investigadores encontraron cámaras ocultas a las que solo podían acceder los miembros más selectos de la sociedad, lo que refuerza la idea de una élite poderosa que controlaba no solo los recursos, sino también el acceso al mundo espiritual.
Dentro de esas habitaciones, los arqueólogos hallaron 23 tubos tallados en huesos huecos, utilizados para consumir plantas psicoactivas, entre ellas el frijol vilca, conocido por contener DMT, y variedades silvestres del tabaco con alta concentración de nicotina.
Estos objetos rituales fueron hallados en Chavín de Huántar, un sitio ceremonial que ha sido objeto de estudio por más de un siglo, pero que ahora ofrece nuevas claves gracias a las tecnologías empleadas por los investigadores modernos. El equipo, conformado por arqueólogos de instituciones como la Universidad de Florida y la Universidad de Stanford, aplicó técnicas de análisis químico y microscópico que permitieron identificar los residuos de sustancias alucinógenas.
La ubicación de los tubos en habitaciones estrechas y aisladas sugiere, según los arqueólogos, que el uso de psicoactivos estaba cuidadosamente restringido a rituales secretos dirigidos por líderes religiosos o políticos.
Daniel Contreras, uno de los arqueólogos principales del estudio, explicó que las visiones inducidas por estas sustancias no eran simples experiencias recreativas. Para los arqueólogos, este hallazgo demuestra cómo el acceso a estados alterados de conciencia era una herramienta de poder. Las élites chavines utilizaban estos rituales para reforzar su autoridad, envolviendo su liderazgo en un aura mística que justificaba el orden social. Los arqueólogos coinciden en que esta práctica no solo marcaba una división clara entre clases sociales, sino que también era fundamental para consolidar una estructura de poder teocrático.
Los arqueólogos tratan de descubrir la finalidad de la cueva
John Rick, profesor emérito de Stanford y uno de los arqueólogos más veteranos en el estudio del sitio, considera que estas ceremonias eran esenciales para establecer jerarquías. Según los arqueólogos, la arquitectura del lugar también fue diseñada para amplificar los efectos de estos rituales. En algunas cámaras se encontraron trompetas hechas con conchas marinas, colocadas en espacios con una acústica que aumentaba el impacto sonoro. Este detalle sugiere, según los arqueólogos, que la experiencia ritual no era solo visual, sino también sonora y sensorial, diseñada para ser inolvidable.
La investigación, publicada en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias, destaca cómo los arqueólogos han podido reinterpretar sitios conocidos gracias a las nuevas tecnologías de análisis. Los investigadores han vinculado los hallazgos de Chavín con una transición social más amplia, que llevó a pasar de sociedades igualitarias a imperios jerárquicos gobernados por élites. El control de las experiencias místicas —aseguran los arqueólogos— fue una herramienta clave para facilitar esa transformación.

Otro de los aportes significativos del estudio es que los tubos hallados representan la evidencia directa más antigua del uso ritual de alucinógenos en los Andes. Este dato, en opinión de los arqueólogos, reconfigura lo que se sabía hasta ahora sobre la relación entre lo espiritual y lo político en América precolombina. Los investigadores subrayan que el consumo de estas sustancias no era libre ni masivo, sino una experiencia cuidadosamente controlada que fortalecía la cosmovisión religiosa impuesta por los líderes.
Contreras enfatizó que los arqueólogos están cada vez más cerca de entender cómo se vivía realmente en estos centros ceremoniales. Para los investigadores, la combinación de excavaciones tradicionales con métodos científicos avanzados permite reconstruir no solo estructuras físicas, sino también realidades simbólicas. Las investigaciones continúan, y los arqueólogos esperan que nuevos hallazgos en Chavín de Huántar confirmen que este lugar fue un laboratorio social y espiritual, donde se ensayaron las primeras formas de control ideológico que luego serían adoptadas por los incas en esta cueva.
Para los investigadores, la clave está en entender cómo el acceso restringido a lo místico fue utilizado como una herramienta de legitimación política. Las salas secretas, los instrumentos psicodélicos, los sonidos rituales y la ubicación remota del sitio constituyen, en conjunto, un dispositivo diseñado para impactar profundamente a los participantes. La investigación liderada por este equipo de investigadores no solo aporta datos sobre el uso de sustancias en la antigüedad, sino que abre una nueva vía de análisis sobre el poder, la fe y la manipulación de la percepción en sociedades premodernas.
Y aunque el sitio fue descubierto hace más de un siglo, los arqueólogos coinciden en que apenas ahora estamos comenzando a comprender su verdadero significado.