Los enigmas del universo a menudo residen en los rincones más recónditos aun que quizás los encontremos en planetas más cercanos al nuestro de lo que pensamos, y lo que acontece dentro de los planetas es una ventana a un mundo de fenómenos desafiantes. Quién hubiera pensado que, bajo condiciones extremas, átomos de hierro se moverían en el núcleo de la Tierra y se formaría un inusual «hielo caliente», tanto sólido como líquido, en los entrañables planetas Urano y Neptuno.
Este hielo no es el que se encuentra en el refrigerador de toda la vida que conocemos. Hace media década, el hielo superiónico, un estado exótico del agua, fue replicado en laboratorios. Posteriormente, su existencia y estructura fueron ratificadas. Pero las revelaciones no se detienen allí. Investigadores de prestigiosas instituciones en Estados Unidos y del SLAC en California, descubrieron el año pasado una fase inédita de este hielo.
El hielo superiónico no es el típico cubo que enfría tu bebida en un día caluroso. Es un tipo especial de agua que, a pesar de las presiones y temperaturas extremas, se mantiene extrañamente sólida. Esta peculiaridad se atribuye a una estructura en la que los átomos de oxígeno están confinados en una red sólida, mientras que los átomos de hidrógeno se mueven libremente, dotando al hielo superiónico de propiedades conductoras.

Estas características hicieron que la física Arianna Gleason y su equipo de Stanford pusieran a prueba este fenómeno en extremas condiciones, empleando láseres potentes. Las condiciones del experimento superaron las del estudio de 2019, llevando a Gleason a un descubrimiento revelador: la existencia de una nueva fase del hielo superiónico, denominada Ice XIX.
La ciencia avanza en otros planetas
Más allá de su fascinante naturaleza, el Ice XIX tiene implicaciones en la comprensión de los campos magnéticos de los planetas. La conductividad eléctrica es clave, ya que las partículas cargadas en movimiento generan campos magnéticos. Si consideramos que los interiores de los planetas tienen varias capas de diferentes conductividades, los campos magnéticos resultantes se vuelven aún más complejos.
«Los descubrimientos recientes de exoplanetas similares a Neptuno ricos en agua requieren una comprensión más detallada del diagrama de fases [del agua] en condiciones de presión y temperatura relevantes para sus interiores planetarios», explican los científicos
Este último descubrimiento que se suma al de los minerales raros descubiertos en China, puede ayudarnos a entender los campos magnéticos excepcionales de Urano y Neptuno. Si efectivamente, como sugiere Gleason, estos planetas tienen capas con diferentes propiedades superiónicas, entonces los extraños campos magnéticos observados no son tan sorprendentes después de todo.
La travesía espacial Voyager II de la NASA, lanzada en 1977, nos ofreció un vistazo a los campos magnéticos singulares de Urano y Neptuno. Ahora, con estos hallazgos, se nos presenta una explicación más completa, uniendo las piezas de este intrincado rompecabezas interplanetario.
Gleason, un científico avanzado a su tiempo
El estudio del hielo superiónico y su comportamiento bajo condiciones extremas es un testimonio de que, incluso en los lugares más inhóspitos, hay maravillas esperando ser descubiertas. Las profundidades de los planetas albergan secretos que pueden redefinir nuestra comprensión del cosmos, y es solo cuestión de tiempo antes de que desentrañemos aún más misterios.
Gleason y sus colegas concluyen que la conductividad mejorada de una capa de hielo superiónico similar al Hielo XIX promovería la generación de campos magnéticos multipolares inestables como los que emanan de Urano y Neptuno. De ser así, sería un resultado satisfactorio más de 30 años después de que la sonda espacial Voyager II de la NASA, lanzada en 1977, sobrevolara los dos gigantes de hielo de nuestro Sistema Solar y midiera sus campos magnéticos altamente inusuales. Esto demuestra lo que queda por descubrir en nuestro sistema solar, lo que puede conllevar a descubrir grandes cosas que pueden aportar a nuestra humanidad para conquistar el espacio.