Gonzalo Ahijado se encontraba de viaje por las Islas cuando se decretó el estado de alarma y optó por refugiarse en la playa de Las Teresitas, el sitio que considera más seguro.
Tres metros cuadrados. Ese es el espacio en el que Gonzalo Ahijado está pasando la cuarentena impuesta a todos los ciudadanos tras declararse el estado de alarma. En ese lugar Gonzalo cuenta con una cama, un lavabo, un batería auxiliar que le proporciona electricidad y una cocina de camping gas. Todo en su furgoneta, la misma con la que este joven segoviano de 29 años estaba recorriendo el Archipiélago cuando se decretó le estado de alarma y con la que, en estos momentos, se encuentra inmovilizado en la playa de Las Teresitas. Tal y como contó a DIARIO DE AVISOS, el estado de alarma lo pilló en pleno viaje. “Me vine aquí (Las Teresitas) porque tuve la sensación de que podía estar tranquilo con la furgo y porque había ducha, baño y tenía acceso a agua potable” cuenta por teléfono. Reconoce que se le está haciendo muy duro porque, además de lo evidente, no tiene muy claro si podrá pasar el aislamiento en ese punto de la playa o si tendrá que ir al pabellón Paco Álvarez, habilitado para acoger a personas sin hogar, tal y como le indicó la Policía Local en la mañana de ayer.
Gonzalo cuenta que vive viajando. “Elegí un estilo de vida algo alternativo, me gusta viajar, soy un poco nómada. He viajado en bici, en moto, en furgo, y ahora el viaje que estaba haciendo era recorrer todas las Islas canarias en furgoneta Camper”. Cuando empezó a hablarse del confinamiento estaba en Gran Canaria. “No sabía si irme, quedarme allí o venir para acá. Al final, como se supone que Tenerife tiene menos densidad de población, decidí venirme”.
Reconoce que estos días se ha venido un poco abajo porque la policía no le deja bajarse prácticamente de la furgoneta, “no puedo ponerme de pie dentro, y fuera depende de quién esté, nos dejan estar más o menos tiempo”. Y es que Gonzalo no está solo en el aparcamiento de Las Teresitas, también otras personas con caravanas o coches con tienda se encuentran en la misma situación que este joven viajero.
Cuando se le pregunta qué le ha dicho la policía, contesta resignado. “Bueno, me han dicho un poco de todo”. Y es que este, la playa de Las Teresitas, es uno de los puntos que más está siendo controlado por las Fuerzas de Seguridad del Estado ante la tentación de muchos vecinos de acercarse hasta la playa a dar un paseo o incluso un baño, además de que es un punto de paso hacia Anaga. “Aquí está viniendo la Policía Local, la Nacional, la secreta, la forestal, la Guardia Civil y hasta la Unipol”, cuenta Gonzalo.
“Hasta ahora nos han dejado quedarnos, la mayoría de los que estamos aquí somos viajeros y gente que no tiene hogar”, detalla. Ya han cerrado el aparcamiento lo que le genera a Gonzalo un problema añadido. “Les dije que si podía ir a hacer la compra y volver, y en principio me dejaron. También les expliqué mi situación y en un primer momento me dejaban usar el baño, la ducha, coger agua, en general lo entendían, aunque después ya no”. Gonzalo es consciente de que los agentes están haciendo su trabajo pero también cree que debería haber algo más de coordinación entre cuerpos. “Cada uno te dice una cosa y a veces se juntan cuatro patrullas de diferentes cuerpos y no sabes a qué atenerte”. Asegura que está en la furgoneta sin siquiera salir al suelo por si pasa alguna patrulla y le dice algo.
Gonzalo tiene claro que si le dejan pasar la cuarentena en el aparcamiento de Las Teresitas no se va a mover de ahí. La Policía Local le ha dicho que debe trasladarse al Paco Álvarez. “Me han dado la opción de ir al pabellón que han abierto para la gente sin hogar. La policía me dijo que puedo coger agua, alimentos, ducharme, y que, incluso, puedo aparcar fuera con la furgo si no quiero estar dentro, que puedo hacer todo eso y volver luego a mi furgo”, explica Gonzale, que añade que, “eso me lo dijo la Policía Local, pero la Nacional justo un minuto antes solo me señaló que no podía estar aparcado en el asfalto y que me fuera a la zona de tierra, que es lo que hice”.
REGRESO A LA PENÍNSULA
Las opciones de volver a casa no las contempla. “Si me vuelvo a la Península sería irme a casa de mis padres, cosa que no quiero hacer porque tendría que meterme en un avión e ir a Madrid, donde está el principal foco, o meterme en un ferry y estar ahí durante dos días y luego ir a casa de mis padres. Demasiadas oportunidades para contagiarme y pasárselo a ellos, no quiero eso”. Insiste en que su ubicación actual es la más segura para los demás y para él mismo que, afirma, padece una cardiopatía, lo que le preocupa si tiene que estar en sitios donde haya una mayor aglomeración de gente.
“Yo donde más seguro me sentía era aquí en Las Teresitas, aquí nos tenían controlados y me parece bien para que no viniera más gente, no sea que cualquiera diga pues para estar en casa me voy para allá en la furgo. Que nos controlen para que no nos movamos me parece bien”. Aunque añade resignado que “si la única opción que me dan es el pabellón pues a ver cómo hago”.
Gonzalo pide más empatía para situaciones como la suya y también de otros ciudadanos que no se ajustan a las condiciones de aislamiento de una casa. “Si ya es duro pasar todo esto en una casa normal, más duro es hacerlo en solo 3 metros cuadrados, que si le sumas la falta de empatía pues lo empeora todo”. “Ayer (por el martes) me derrumbé, hoy estoy algo más animado”, admite.