Guardia Civil y Policía Local ejecutaron esta mañana la acción de Costas y el Ayuntamiento sin encontrar resistencia entre los afectados, la mayoría extranjeros.
Alrededor de 40 personas, en su mayoría treintañeras y de nacionalidad extranjera, fueron desalojadas a primera hora de la mañana de este jueves por la Dirección General de Costas y el Ayuntamiento de Granadilla en la franja costera comprendida entre Agua Dulce, en Los Abrigos, y La Mareta, en una acción que se desarrolló pacíficamente y que contó con la participación de la Guardia Civil y la Policía Local. Muchos de los afectados ya habían abandonado el lugar cuando se personaron los cuerpos y fuerzas de seguridad al despuntar el sol.
“Estamos aquí desde hace seis meses, pero hay gente que lleva dos años, ahora no sabemos dónde ir”, explicó a este periódico una pareja de jóvenes italianos mientras recogía los últimos enseres apilados junto a una de las cuevas a escasos cinco metros del mar y se colocaba la mochila sobre sus espaldas. Otro de los afectados reconocía que no le quedó más remedio que establecerse en este asentamiento situado junto a la carretera entre El Médano y Los Abrigos. “Me quedé sin casa en San Isidro, ¿dónde voy a ir?”. Mientras, una joven italiana expresaba a un agente de la Policía Local su queja por la presencia de tantas cámaras de televisión y fotógrafos. “No quiero hablar con la prensa y no quiero que me saquen”, repetía una y otra vez, mientras el agente se limitaba a recordarle que se encontraba en un espacio público. “No tengo más remedio que buscar otro sitio cerca”, confesó poco después la muchacha a este periódico.
Los propios moradores de las cuevas y chozas ya habían realizado una primera labor de limpieza de la zona, una vez que se les notificó el desalojo hace una semana. Aun así, el personal de limpieza de la empresa Sermugran se empleó a fondo para recoger los residuos y meterlos en los camiones, desde estanterías y cajas de cartón y plástico a material de buceo y hasta una piedra de lavar. “Retiren los enseres y lo que no sirva nos lo llevamos”, indicaban los empleados habitáculo por habitáculo. En uno de ellos, en cuya entrada colgaban diferentes telas a modo de cortinas sobre una liña enganchada a dos rocas, permanecía sentada una mujer, también italiana, que decía sentirse mal, por lo que requirió asistencia sanitaria.
“Turky, ¿qué pasa esta mañana?, preguntó una de las afectadas a un perro de raza bardino al que no paraba de acariciar. El can observaba el inusual movimiento de policía, personal de limpieza y periodistas en el tranquilo refugio costero enclavado entre rocas volcánicas y tuneras. Junto a él un montón de utensilios salvados por sus dueños del camión triturador de Sermugran, entre ellos, una bombona, una parrilla, un pequeño fogón, una caña de pescar, una guitarra y varios cojines.
“A mí estas cosas me dan pena”, comentó una periodista mientras contemplaba la imagen de los colchones cargados por la quincena de operarios del Ayuntamiento en múltiples viajes entre las cuevas y los camiones. La concejala de Seguridad del Ayuntamiento de Granadilla de Abona, María Candelaria Rodríguez, que supervisó desde primera hora el operativo, confirmó que entre las personas desalojadas no se hallaba ningún menor y agradeció la colaboración de los afectados en las tareas de limpieza. Asimismo valoró el “trabajo conjunto” de la Dirección Provincial de Costas con el Ayuntamiento y reprochó la “participación cero” del Cabildo. “Les hemos llamado por teléfono, enviado correos y notificaciones electrónicas y todavía seguimos esperando una respuesta”, lamentó.
Tras admitir que desconoce el lugar donde se trasladarían los afectados, Rodríguez destacó la importancia de establecer una vigilancia en esta franja del litoral para evitar nuevos asentamientos ilegales. Subrayó que la acción es la primera para hacer frente a un problema “bastante grande” en el municipio. En ese sentido recordó la existencia de otros espacios naturales ocupados como en los barrancos próximos a la cueva del Hermano Pedro, que afecta a varios propietarios de fincas, y los aledaños al Instituto El Médano y El Topo. En estas zonas, el Consistorio ya ha comenzado el proceso de identificación de sus habitantes, paso previo al desalojo.
Cerca del mediodía se daba prácticamente por finalizado el operativo de limpieza en la zona, y agentes y empleados de limpieza extendían su labor a otros asentamientos del litoral más próximo a Los Abrigos. Varios de los desalojados tuvieron tiempo de fumarse un último cigarro y encender un aparato de música conectado a un pequeño dispositivo de placas solares, mientras Turky se echaba una última cabezada en la pequeña cala de callaos ante de la partida.