Ubicado en lo profundo de las olas que rodean Cuba y más antigua que las pirámides, se encuentra uno de los misterios más enigmáticos de la arqueología moderna. En el año 2000, un equipo de investigadores utilizando tecnología de sonar detectó una serie de estructuras inusuales en el fondo del océano, cerca de la punta de la península de Guanahacabibes. Estas formaciones, distintas a cualquier otra descubierta bajo el agua, han generado teorías sobre una civilización perdida y renovado interés en la leyenda de la Atlántida y más antigua que las pirámides.
El descubrimiento inicial fue realizado por la empresa canadiense Advanced Digital Communications (ADC), durante una misión de exploración submarina. Las primeras imágenes obtenidas mediante sonar revelaron la presencia de piedras lisas y organizadas geométricamente, lo que recordaba a un desarrollo urbano sumergido. Al llevar a cabo una exploración más detallada con un robot submarino, los investigadores confirmaron la existencia de enormes bloques de piedra y otras formas geométricas, algunas de las cuales estaban apiladas en estructuras que se asemejaban a pirámides.
La ingeniera naval Pauline Zelitsky y su esposo, Paul Weinzweig, lideraban el equipo de ADC que realizó este notable hallazgo.
La confirmación de la presencia de estas estructuras mediante exploración robótica añadió un aire de autenticidad al descubrimiento. Weinzweig expresó al South Florida Sun-Sentinel en 2002 que «las estructuras que encontramos en el sonar de barrido lateral simplemente no son explicables desde un punto de vista geológico. Hay demasiada organización, demasiada simetría, demasiada repetición de formas». A pesar del entusiasmo inicial, Zelitsky insistió en que se necesitaba más investigación antes de poder sacar conclusiones definitivas, señalando que sería irresponsable hacer afirmaciones sin pruebas concretas.
Una ciudad que podría ser más antigua que las pirámides
El descubrimiento generó un torrente de teorías y especulaciones, con algunos comentaristas sugiriendo que los restos podrían ser del mítico continente de la Atlántida más antigua que las pirámides. Sin embargo, esta hipótesis se encontró con un escepticismo considerable por parte de la comunidad científica.
El geólogo Manuel Iturralde destacó la necesidad de obtener más evidencias para sustentar cualquier teoría definitiva. En 2002, mencionó al Washington Post que las rocas volcánicas recolectadas en el sitio indicaban que la llanura submarina podría haber estado anteriormente sobre el agua. Dado que Cuba no tiene volcanes, la presencia de estas rocas resultaba particularmente intrigante.
Iturralde también señaló que la profundidad a la que se encontraron las estructuras sugería que habrían tardado alrededor de 50.000 años más antigua que las pirámides y en sumergirse a su ubicación actual, una velocidad que desafía la capacidad de cualquier cultura conocida en ese tiempo para construir estructuras tan complejas. «Hace 50.000 años, ninguna de las culturas que conocemos tenía la capacidad arquitectónica para construir edificios complejos», afirmó.
El escepticismo fue compartido por otros expertos en el campo. Michael Faught, un especialista en arqueología subacuática, comentó que «sería fantástico si [Zelitsky y Weinzweig] tuvieran razón, pero sería algo realmente avanzado para cualquier cosa que hubiéramos visto en el Nuevo Mundo en ese periodo de tiempo». Keith Fitzpatrick-Matthews también expresó dudas, sugiriendo que, de acuerdo con los relatos de Platón sobre la Atlántida, es improbable que una ciudad entera pudiera haberse hundido más de 600 metros y permanecer intacta.
A pesar del escepticismo, la posibilidad de que se tratara de la Atlántida y una civilización más antigua que las pirámides capturó la imaginación del público. Sin embargo, muchos investigadores sugirieron que las estructuras eran más probablemente restos de una cultura local previamente desconocida. Curiosamente, las leyendas locales hablaban de una isla desaparecida habitada por antepasados, lo que daba cierto crédito a esta teoría.
Más de dos décadas después del descubrimiento de ADC, ha habido una notable falta de investigaciones de seguimiento sobre la denominada «ciudad perdida». Weinzweig comentó en una entrevista de 2002 con el Instituto Morien que «creemos que gran parte de la arqueología importante del futuro estará bajo el agua, pero son necesarias investigaciones y verificaciones exhaustivas antes de sacar conclusiones».
El misterio de las estructuras submarinas más antigua que las pirámides frente a la costa de Cuba sigue sin resolverse, con muchas preguntas aún en el aire. ¿Son estas formaciones el resultado de una civilización perdida o un fenómeno natural inusual? ¿Podrían estar relacionadas con la leyenda de la Atlántida o son simplemente vestigios de una cultura local desconocida? Hasta que se realicen investigaciones más exhaustivas, estas preguntas permanecerán sin respuesta, manteniendo vivo el enigma de las profundidades cubanas.