El Teide registra un repunte de su actividad volcánica en los últimos tres años debido a un proceso de presurización del sistema volcánico-hidrotermal, probablemente vinculado a la inyección de gases de origen magmático, si bien no representa «peligro alguno» para las personas que acceden diariamente al pico, según recoge un informe el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) hecho público a través de sus redes sociales.
La primera evidencia fue un enjambre de eventos sísmicos de largo-periodo (LP) registrado por la Red Sísmica Canaria el 2 de octubre de 2016, con más de 700 eventos sísmicos durante 5 horas, relacionados con una «poderosa» emisión de fluidos liberados por una cámara magmática localizada a unos 10 kilómetros de profundidad.
A partir de ahí, se registra un incremento de la emisión difusa de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, que pasa de un valor promedio de 20 toneladas diarias a alcanzar las 175 toneladas diarias en febrero de 2017, el mayor valor registrado en toda la serie temporal desde 1997.
Además, la sismicidad de Tenerife a lo largo de 2018 ha experimentado un incremento de casi 10 veces de 2017, un incremento que se manifiesta principalmente por terremotos de magnitud muy baja que, a menudo, ni siquiera se pueden detectar.
Con todo, Involcan apunta que la ausencia de deformaciones significativas del terreno hace poco probable la implicación directa de un sistema magmático superficial, y puede excluirse la ocurrencia de terremotos capaces de generar daños a corto plazo.