El huevo es uno de esos alimentos presentes en infinidad de recetas culinarias pero que, aún así, en ocasiones parece un gran desconocido. Por ejemplo, al ir a preparar una tortilla a la francesa para la cena seguro que muchos en alguna ocasión han detectado que el huevo tenía una manchitas rojas internas y han tendido dudas sobre qué hacer. ¿Se puede rescatar el producto si se eliminan las manchas?, ¿es mejor tirarlo a la basura y abrir otro?, ¿qué pasa si se sigue adelante y se come?, ¿hay algún riesgo para la salud?
En primer lugar hay que explicar qué son estas manchas rojas. Según explica Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y autor del blog Gominolas de petróleo, hay de dos tipos. Por un lado las llamadas manchas de sangre, que son producidas por pequeñas hemorragias que tienen lugar durante la ovulación y que aparecen sobre todo en la yema. Y, por otro, las manchas de carne. «Estas manchas pueden proceder de manchas de sangre oxidada, pero también por descamación de algunos tejidos de la gallina (del tejido glandular de los ovarios y sobre todo del epitelio del oviducto) o por partículas de calcio», explica en su web.
La presencia de estas motas tiene que ver con factores genéticos. Se trata de una incidencia fisiológica natural que no quiere decir que las aves sufran algún problema. Las manchas de carne suelen ser más comunes en las gallinas marrones, es decir, son más frecuentes en los huevos de color que en los blancos. Lurueña añade que la frecuencia de estas manchas aumenta en base a la edad de la gallina y el estrés.
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