El presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, sugirió ayer en COPE Canarias que los propios profesionales sanitarios también son responsables, junto al Cabildo, del caos de las Urgencias del Hospital Insular de Gran Canaria, ante la denuncia interpuesta por 23 médicos de este servicio ante la Fiscalía alegando “la desidia e inoperancia” de la Administración para resolver este colapso desde hace años.
“El problema de las urgencias no son las urgencias en sí. Es un problema de que no tenemos capacidad de drenar los pacientes por la escasez importante de plazas sociosanitarias en todas las Islas. Y eso tiene nombres y apellidos: los cabildos insulares, y en Gran Canaria lo preside Antonio Morales”.
Señaló que es “partidario de sentarnos a resolver el problema” en los espacios creados para tal fin y “buscar soluciones viables”. El presidente aseguró que el problema de las Urgencias hospitalarias “no tiene solución a corto plazo, pero vamos a poner los instrumentos. No creo que la Fiscalía vaya a resolver el problema de las puntas de Urgencia”. “A lo mejor resulta -continuó- que acaba llevándose por delante a profesionales sanitarios, no al Gobierno ni a los gestores”. Y apreció un trasfondo político en esta denuncia al afirmar que “podrían haberlo hecho hace un año y medio, o hace dos años y medio, pero lo hacen a un mes de las elecciones”.
El presidente recalcó que este no es un problema de recursos, ya que “hemos puesto 400 millones más en los presupuestos de Sanidad”, exculpando al actual consejero, José Manuel Baltar: “Solo lleva dos años y poco en el cargo”. Y en relación a la infraestructuras sociosanitarias, apuntó que firmó con los cabildos la creación de camas sociosanitarias por un importe de 160 millones.
La denuncia, que ha sido apoyada por la mayoría de los profesionales que conforman las Urgencias del Hospital Insular (184 de los 192 trabajadores) y por el Colegio de Médicos de Las Palmas, evidencia “la penosa situación” de muchos pacientes “hacinados en pasillos”, en condiciones no aptas para su salud, en camillas, encerrados sin aire ni luz natural, a la espera de una cama. Esta situación se extiende dos o tres meses de media, aunque en algún caso llegó a ocho.