El conocido «Muñeco de Nieve» situado en la rotonda de la avenida de Los Majuelos, en el límite entre Santa Cruz y La Laguna, ha sido elegido por miles de personas en, al menos, cuatro ocasiones, como el peor monumento situado en una de las 23.000 rotondas de toda España.
Sin embargo, ahora un grupo de ciudadanos se está movilizando para conseguir todo lo contrario: que se le reconozca como uno de los más apreciados del territorio nacional y una pieza destacada del movimiento que algunos han dado en denominar “rotondismo”.
El irónico término hace referencia a “un movimiento artístico consistente en coronar con espantosos monumentos las rotondas”, se indicaba en una de las encuestas.
El rotondismo surgió en Murcia y se ha extendido “como una plaga” por los miles de espacios de este tipo que existen en España, se concluyó en otro de los sondeos.
En la práctica totalidad de las ocasiones en las que se ha querido conocer la opinión de los ciudadanos para elegir los monumentos más feos y odiados, el Muñeco de Nieve ha ocupado siempre los primeros puestos.
En 2013 los digitales Información.com y Libertad Digital y años más tarde motorpasion.com, La Sexta y la Cadena Ser llevaron a cabo multitudinarias votaciones y en todas fue elegido como uno de los mayores horrores monumentales de toda España.
En el primer medio de comunicación quedó en el puesto número cinco y en segundo en el octavo. En el escalafón de Libertad Digital la escultura tinerfeña recibió casi 2.000 votos y fue objeto de todo tipo de comentarios despectivos al estilo de: “Monumento a la Navidad, así se gastan nuestro dinero”.
A los votantes peninsulares les llamó la atención que en una isla que destaca por su buen tiempo se haga un homenaje a la nieve.
Los comentarios de los participantes en las votaciones apuntaron por ejemplo: “para haberlo hecho unos niños pequeños no está mal”, “viendo esto no me extraña que no nieve en Canarias”, “yo vivo cerca y no dejo de pensar a quién se le ocurrió esto”, “lo mejor es el remate de la cacerola”, “tiene toda la pinta de que lo hizo el Mr. Bean español”, “me parece increíble y una falta de respeto pagar por esto” o “a la cárcel con el autor”.
Incluso un lector está de acuerdo con una pintada que apareció hace años en el propio muñeco en la que se pedía que lo derribaran. Lo cierto es que guste o no esta pieza ha acabado dando nombre a todo el barrio que se sitúa a su alrededor.
Pese a los comentarios despectivos el autor es el renombrado artista checo Jirí Georg Dokoupil, cuyas propuestas alcanzaron gran éxito durante la década de los 80 del siglo XX.
Este creador tuvo un primer contacto con la isla cuando el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife le encargó el diseño del cartel del Carnaval de 1987.
A partir de aquí se le escogió también para realizar esta escultura que desde el principio se ha visto rodeada de polémica.
Primero, porque los vecinos criticaron su enorme coste y dudosa estética y a continuación porque el Organismo Autónomo de Cultura (OAC) de Santa Cruz se ha negado en varias ocasiones a mantenerlo y limpiarlo al considerar que no es propiedad suya.
En Canarias tampoco han salido bien paradas otras piezas como las situadas en el trayecto entre Agaete y la capital de Gran Canaria, las de Maspalomas o alguna de Fuerteventura.
La proliferación de rotondas con su consiguiente escultura a lo largo del territorio nacional no es casual.
El origen es la ley aprobada a principio de los tiempos de la democracia que establecía “la obligación de destinar en los contratos de obras públicas una partida de al menos el 1% a trabajos de conservación o enriquecimiento del Patrimonio Histórico Español o al fomento de la creatividad artística, con preferencia en la propia obra o en su inmediato entorno”.
Pese a las buenas intenciones de esta legislación, lo cierto es que no siempre el resultado ha sido del gusto de los ciudadanos.
El problema surgió porque para acogerse a los beneficios de este 1% la obra debía superar los 601.000 euros y no afectar a la seguridad y defensa del Estado.
Por ello han proliferado en las grandes obras públicas, polígonos de nueva construcción, planes de ampliación urbana y similares y dado lugar a lo que se ha definido con sorna como “rotondismo”.