El óxido nitroso se ha empleado en la medicina a lo largo de la historia como sedante. Aunque el también conocido como gas de la risa llegó al sur de nuestro país como un peligroso divertimento de la mano de turistas británicos.
Ahora, los botellones que cada fin de semana ponen en jaque a las autoridades sanitarias han puesto de moda esta práctica que, pese a parecer inofensiva, tiene unos efectos sobre la salud que pueden llegar a ser mortales.
«Te da un hormigueo en el cerebro y luego un poco de risa, aunque nada tan exagerado como se dice. Es parecido al popper. Me da algo de respeto, pero cada uno se mata como puede», cuenta Esther, cuyo nombre real prefiere mantener en el anonimato. La chica de 28 años, que reside en Madrid, reconoce haber inhalado el gas en tres ocasiones.
Otra joven, también entrevistada por el diario EL ESPAÑOL, también admite haberlo probado: «Lo probé una vez para hacer la broma en medio de un botellón y estuve riendo durante 15 minutos sin parar».
Por su parte, la Agencia Español de Medicamentos y Productos Sanitarios se muestra firme al respecto: estima que su uso no médico representa un riesgo para la salud. A este respecto, tanto la posesión como la comercialización de esta droga supone un delito contra la salud pública.