Cuando alguien tiene un accidente de tráfico, lo primero que suele preocupar es el coche. Pero la carrocería del cuerpo también sufre, y muchas veces esas lesiones no se notan al instante. Un frenazo brusco, un golpe por detrás o un volantazo inesperado pueden dejar secuelas que, si no se tratan a tiempo, se enquistan. Por eso es tan importante saber qué tipo de daños físicos son más habituales, cómo identificarlos y, sobre todo, cómo actuar para recuperarse bien. Porque sí, muchas veces lo urgente tapa lo importante, y la salud siempre va por delante.
Contusiones, hematomas y el «susto en el cuerpo»
Hay algo que no se ve en los informes médicos, pero que todo el mundo siente tras un accidente: el susto. Aunque salgas ileso, el cuerpo se queda tenso, alerta, en modo “por si acaso”. Ese estado de nervios constante puede generar dolores musculares, insomnio, ansiedad o incluso ataques de pánico. Y cuando a eso le sumas golpes y moretones por todo el cuerpo, el malestar es completo. Muchas personas restan importancia a estas secuelas porque “solo fue un golpe” o “el coche no quedó tan mal”. Pero lo cierto es que es necesario acudir al médico durante las primeras 72 horas aunque no se presenten síntomas. Aunque no tengas clara la lesión que ha sufrido tu cuerpo, cuando llegue el momento de reclamar las tablas de indemnización pueden ayudarte a saber cuánto corresponde según el tipo de lesión y los días de baja o rehabilitación necesarios.
Latigazo cervical: ese dolor que llega con retraso
Uno de los grandes clásicos tras un accidente de tráfico, sobre todo en colisiones por alcance, es el famoso latigazo cervical. A veces sales del coche diciendo que estás bien, pero al cabo de unas horas o al día siguiente empieza a dolerte el cuello, sientes rigidez, te cuesta girar la cabeza y hasta puedes tener mareos o visión borrosa. Todo eso puede deberse a una hiperextensión de los ligamentos del cuello, causada por el movimiento brusco del impacto. Y aunque parezca leve, requiere atención médica y reposo. Si no se trata correctamente, puede derivar en molestias crónicas o incluso afectar al sueño, al humor y al rendimiento diario. Aquí es donde entra en juego la indemnización por accidente de tráfico, ya que esas molestias pueden influir en tu vida laboral, personal y emocional. No se trata solo de compensar un daño físico, también se repara el trastorno que te provoca en el día a día.
Lesiones en la espalda y en la zona lumbar
Otro foco muy habitual de molestias tras un accidente es la espalda, en especial la zona baja, esa que lo aguanta todo: desde las horas de trabajo hasta las posturas imposibles en el sofá. Los golpes laterales o los impactos con giro pueden provocar contracturas musculares, hernias discales o pinzamientos nerviosos. El problema es que, muchas veces, el dolor aparece de forma progresiva. Al principio es un “me molesta un poco”, y cuando quieres darte cuenta estás con fisioterapia tres veces por semana. Por eso es tan útil apoyarse en herramientas como una calculadora de indemnización, que te orienta sobre lo que podrías reclamar en función del tipo de lesión, del tiempo de recuperación y de las secuelas. No te va a quitar el dolor, pero sí puede ayudarte a no cargar también con los gastos médicos, las sesiones de rehabilitación o la pérdida de ingresos si has tenido que dejar de trabajar.
Golpes en las rodillas, tobillos y hombros: los grandes olvidados
Durante un accidente, aunque llevemos cinturón, el cuerpo se desplaza bruscamente. Ese movimiento puede hacer que nos golpeemos contra el salpicadero, las puertas o incluso con los propios pedales. Las rodillas suelen llevarse la peor parte si estamos en el asiento del conductor o del copiloto, sobre todo cuando las piernas están tensas o frenamos con fuerza. También es habitual que los tobillos sufran esguinces o pequeñas fracturas, sobre todo si el pie queda atrapado o se tuerce por el impacto. Y no hay que olvidarse de los hombros: muchas veces se tensan por reflejo y acaban sobrecargados o con microlesiones. Aunque puedan parecer lesiones menores, lo cierto es que afectan a la movilidad y al ánimo. Cuesta caminar, subir escaleras o hasta dormir bien. Y todo eso, poco a poco, te mina. Si te ocurre algo así, conviene ir a una clínica que pueda evaluar bien el daño, y para eso viene genial el buscador clínicas unespa, que te permite encontrar centros acreditados donde te atenderán sin que tengas que adelantar dinero ni pelear con el seguro.
¿Cuándo acudir al médico y cómo justificar las lesiones para poder reclamar?
Aquí no hay duda: si has tenido un accidente, aunque te encuentres bien al principio, lo mejor es ir al médico lo antes posible. Cuanto más rápido se registren las lesiones, más fácil será tratarlas correctamente y justificarlas en caso de que tengas que reclamar. Si esperas demasiado, puede parecer que el dolor apareció por otra causa o que no tiene relación directa con el accidente. Además, muchas aseguradoras ponen trabas cuando los informes médicos no son claros o llegan tarde. Por eso, es aconsejable contar con el asesoramiento de expertos como Asistia Tramitación para gestionar el proceso de reclamación de tus lesiones durante todo el proceso: ellos se encargarán de negociar con la aseguradora para que cubra los daños y que tus lesiones se traten y se valoren adecuadamente,