Según los científicos, la humanidad se encuentra en un punto de inflexión crucial en su lucha por desafiar el envejecimiento, con avances científicos que prometen redefinir lo que conocemos sobre la longevidad. Un concepto clave que ha emergido en los debates sobre el futuro de la vida humana es el de la «velocidad de escape de la longevidad» (VEL).
Este término según los científicos, que hace referencia a la idea de que la medicina y la tecnología avanzarán lo suficiente como para superar los procesos de envejecimiento, ha despertado tanto la fascinación de los optimistas como el escepticismo de los críticos. La VEL sugiere que, en un futuro no tan lejano, podríamos alcanzar un nivel de avances biomédicos que haga obsoleta la muerte por envejecimiento, abriendo la puerta a lo que algunos llaman «inmortalidad».
El origen del término «velocidad de escape» proviene de la física, donde describe la velocidad necesaria para escapar de la atracción gravitatoria de un cuerpo celeste. Aplicada al envejecimiento, la VEL implica que los avances en la ciencia biomédica permitirían a la humanidad superar los límites naturales impuestos por el envejecimiento, lo que podría llevar a una extensión de la vida más allá de lo que imaginamos hoy según los científicos.
Aunque esta teoría sigue siendo especulativa, ha ganado adherentes en la comunidad científica, como el genetista George Church, quien considera que es posible que experimentemos este avance en nuestras vidas. Otros, como Sourav Sinha del Longevity Vision Fund, mantienen una visión similar, sugiriendo que la VEL podría lograrse en las próximas décadas, especialmente si se invierte lo suficiente en la investigación en áreas como la edición genética y el rejuvenecimiento celular.
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Una de las iniciativas más destacadas en este campo es la «Declaración de Dublín sobre la Longevidad», que ha sido firmada por numerosos científicos, instando a la comunidad investigadora a centrar sus esfuerzos en revertir el envejecimiento biológico, un enfoque radicalmente diferente al de la medicina convencional, que tiende a tratar enfermedades de forma aislada según los científicos.
En lugar de abordar cada enfermedad por separado, esta perspectiva ve el envejecimiento como la causa subyacente de muchas dolencias, lo que abre la puerta a una posible solución más universal para mejorar la salud y prolongar la vida humana. Este enfoque ha sido respaldado por figuras como el Dr. Aubrey de Grey, quien acuñó el término VEL y critica la aceptación pasiva del envejecimiento en la sociedad, comparándola con la resignación ante el mal tiempo.
Sin embargo, el optimismo de los científicos sobre la posibilidad de alcanzar la VEL no es compartido por todos. El gerocientífico Thomas Perls, por ejemplo, considera que la idea de una vida indefinida es una fantasía, y en su investigación sobre los «superancianos» —personas mayores de 80 años con excepcionales capacidades cognitivas— se centra en mejorar la longevidad saludable en lugar de perseguir la inmortalidad.
Los científicos creen que para el año 2030 los humanos podrían vivir eternamente
Perls destaca que la investigación sobre los centenarios y los mecanismos genéticos que les permiten llegar a edades tan avanzadas sin deterioro cognitivo significativo es un paso fundamental en la lucha contra enfermedades relacionadas con la edad, como el Alzheimer. Sin embargo, se muestra cauteloso sobre los riesgos de intentar prolongar la vida de manera indefinida, sugiriendo que la ciencia aún no ha logrado mejorar de manera significativa la calidad de vida en personas mayores de 90 años.
Además de los debates científicos, el tema de la VEL plantea cuestiones éticas y filosóficas profundas y algunos virus antiguos. El filósofo Nick Bostrom, director del Future of Humanity Institute de la Universidad de Oxford, argumenta que prolongar la vida sana es un imperativo moral, pero también señala que este objetivo debe ser considerado con cautela, dada la complejidad de los problemas sociales y económicos que podría generar. Bostrom sugiere que la inteligencia artificial (IA) podría jugar un papel clave en acelerar el descubrimiento de tratamientos para prolongar la vida, ayudando a descubrir los secretos de una longevidad indefinida.
Sin embargo, no todos comparten este entusiasmo por el uso de la IA en este contexto. Perls, por ejemplo, advierte sobre los riesgos de perseguir un ideal inalcanzable, citando ejemplos como Jeanne Calment, la persona más longeva registrada, que vivió hasta los 122 años, sugiriendo que el objetivo debería ser mejorar la calidad de vida en lugar de simplemente prolongarla de manera artificial.
La búsqueda de la VEL continúa avanzando, y los científicos siguen explorando diferentes enfoques para alcanzar este ambicioso objetivo. La Longevity Escape Velocity Foundation, dirigida por el Dr. Aubrey de Grey, recientemente lanzó un estudio sobre «rejuvenecimiento robusto en ratones», financiado con 3 millones de dólares.
Este proyecto se centra en investigaciones innovadoras como el uso de células madre, terapias genéticas para alargar los telómeros y el uso de rapamicina, con el objetivo de extender la vida saludable en mamíferos. Sin embargo, los avances en este campo todavía están en sus primeras etapas, y muchos expertos señalan que la verdadera clave para el éxito será abordar el envejecimiento de manera integral, combinando la biología con la tecnología de una manera más efectiva según los científicos.
La creciente inversión y el interés por la investigación sobre la longevidad pone de manifiesto el momento crucial en la historia de la humanidad. Si bien algunos científicos consideran que la búsqueda de la VEL podría ser el mayor triunfo científico de la humanidad, otros advierten que perseguir una vida indefinida podría no solo ser impracticable, sino también arriesgado, tanto para los individuos como para la sociedad en general. Las implicaciones sociales y económicas de una esperanza de vida radicalmente más larga serían colosales, afectando la distribución de los recursos, la dinámica poblacional y, quizás lo más importante, la percepción de la vida misma.
Este desafío según los científicos no solo está limitado al ámbito científico. A medida que los avances tecnológicos y médicos continúan, también se plantean preguntas existenciales sobre qué significa la vida y qué debería perseguir la humanidad. ¿Deberíamos enfocarnos en vivir más años, o en hacer que esos años sean más significativos? Mientras los científicos siguen explorando los límites de la biología humana y la medicina, la cuestión fundamental sigue siendo: no solo si podemos alcanzar la inmortalidad, sino si realmente debemos hacerlo.