El huracán Gabrielle en su paso cercano a Canarias se ha convertido en uno de los fenómenos más seguidos en el Atlántico durante los últimos días. El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC) emitió este miércoles los primeros avisos serios sobre su evolución y confirmó que Gabrielle alcanzó categoría 3 en la escala Saffir-Simpson, con vientos sostenidos de 185 km/h y ráfagas aún más intensas. Su trayectoria inicial apunta a un paso directo por el archipiélago de Azores, donde se espera que impacte este jueves por la noche todavía con fuerza de huracán.
En un primer momento, algunos modelos de predicción situaban al sistema desplazándose hacia el noroeste de la Península Ibérica tras su paso por Azores, lo que parecía descartar cualquier riesgo para Canarias. Sin embargo, la incertidumbre atmosférica provocó un giro inesperado en las últimas actualizaciones: tras perder intensidad, Gabrielle se movería hacia el sureste y alcanzaría la Península ya transformado en una borrasca. Ante este cambio de trayectoria, las especulaciones sobre un posible impacto indirecto en Canarias volvieron a aparecer.
Gabrielle y el eterno interrogante de Canarias
La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) fue clara este martes: Canarias no está incluida en las áreas de riesgo previstas por el huracán Gabrielle. Pese a ello, la palabra Canarias se repite de manera constante en las conversaciones meteorológicas y en los titulares de prensa, principalmente por la importancia estratégica de las islas en el Atlántico. El archipiélago no sufrirá los efectos directos del ciclón, pero sí se mantiene como punto de referencia en el análisis de tormentas tropicales.
Los expertos señalan que Canarias, debido a su posición geográfica, funciona como una especie de “frontera natural” entre las trayectorias típicas de huracanes atlánticos y las borrascas que terminan afectando a Europa. Esa situación hace que cada vez que aparece un huracán en el Atlántico central, el nombre de Canarias figure en los informes oficiales, aunque el peligro real para las islas sea mínimo.
Un papel clave en la vigilancia internacional
La relevancia de Canarias no radica en sufrir huracanes de lleno, sino en su papel como nodo de vigilancia meteorológica. Observatorios como el de Izaña en Tenerife o el de Maspalomas en Gran Canaria aportan datos fundamentales para el seguimiento de tormentas. De hecho, Canarias colabora de forma directa con el NHC y con otros centros de predicción europeos para monitorizar fenómenos como Gabrielle.
Las autoridades insisten en que Canarias no experimentará alteraciones significativas en su tiempo durante los próximos días. Las previsiones apuntan a cielos despejados o ligeramente nubosos, algo de calima residual y temperaturas que oscilarán entre los 26 y los 28 grados. Nada que ver con la violencia meteorológica que se espera en Azores.
Aunque en la actualidad no haya riesgo, el recuerdo de tormentas pasadas explica en parte la sensibilidad especial que existe en Canarias frente a noticias como la de Gabrielle. En 2005, la tormenta tropical Delta azotó las islas con vientos huracanados que causaron cortes de electricidad, daños materiales y una profunda huella en la memoria colectiva. Aquel episodio demostró que, aunque no estén en el corredor habitual de los huracanes, Canarias no está totalmente exenta de sufrir sus efectos residuales.
Precisamente por ello, cada vez que un sistema tropical aparece en los mapas, la pregunta resurge: ¿podría Canarias volver a vivir algo similar? La respuesta de los expertos respecto a Gabrielle es negativa. No obstante, recuerdan que la ciencia meteorológica no es exacta y que el archipiélago siempre debe permanecer atento.
Gabrielle no afectará a Canarias de manera directa. El huracán seguirá su ruta hacia Azores y posteriormente hacia la Península, degradándose en el proceso. Pero Canarias vuelve a estar en el centro de la conversación climática global, no como víctima esta vez, sino como observador privilegiado. La combinación de su posición geográfica y su infraestructura científica convierten a Canarias en un punto clave de referencia cada vez que el Atlántico se agita.