En la década de 1970 en una misión a Marte, dos modestas naves espaciales realizaron una hazaña sin precedentes al aterrizar en Marte y enviar las primeras fotografías directamente desde la superficie del planeta rojo. Más allá de las imágenes, estos vehículos, pertenecientes a la serie Viking de la NASA, llevaron a cabo experimentos que marcaron nuestro primer intento serio por descubrir vida en Marte. Los resultados de estos experimentos, sin embargo, fueron más que sorprendentes; fueron enigmáticos y continúan siendo objeto de debate hasta el día de hoy.
Según registros de la NASA, estos experimentos revelaron una actividad química inesperada en el suelo marciano. Sin embargo, no se encontraron pruebas concluyentes de la presencia de microorganismos vivos. La interpretación predominante en la comunidad científica, derivada de estos resultados, fue que las peculiares reacciones químicas observadas eran atribuibles a la presencia de percloratos en el suelo, y no a actividad biológica. En un ámbito donde la carga de la prueba para la existencia de vida extraterrestre es extremadamente alta, los datos recabados por las misiones Viking no alcanzaron este umbral riguroso.
«Estos experimentos descubrieron una actividad química inesperada y enigmática en el suelo marciano, pero no proporcionaron evidencia clara de la presencia de microorganismos vivos en el suelo cerca de los lugares de aterrizaje».
No obstante, no todos los científicos quedaron convencidos con estas conclusiones. Dirk Schulze-Makuch, un prominente investigador en astrobiología y habitabilidad planetaria, ha expresado su disconformidad mediante diversas publicaciones y discusiones académicas. En un reciente artículo para Big Think, Schulze-Makuch reitera un llamado que ha estado haciendo junto a su colega Joop Houtkooper desde hace años: es crucial revisitar y seguir investigando los enigmáticos hallazgos de las misiones Viking.
¿Encontraron vida en Marte en los años 70?
En conversaciones pasadas, como la que Houtkooper sostuvo con John Wenz de Popular Mechanics en 2015, se cuestionó abiertamente la interpretación oficial de la NASA, sugiriendo que la conclusión de que Marte estaba desprovisto de vida era prematura y posiblemente incorrecta. Gilbert Levin, uno de los investigadores principales de los experimentos de liberación etiquetada de las misiones Viking, ha sido uno de los disidentes más vocales, manteniendo por años que los datos que él ayudó a recoger en realidad indicaban la presencia de vida.
Schulze-Makuch plantea que los procedimientos experimentales utilizados durante las misiones Viking, como la adición de agua a las muestras de suelo, podrían haber sido fatalmente invasivos para los hipotéticos microorganismos marcianos, causando su muerte antes de que pudieran ser adecuadamente detectados. Además, señala que nuestra comprensión del ambiente marciano y de la presencia de compuestos orgánicos en el planeta ha evolucionado significativamente desde la década de 1970. En aquel entonces, los compuestos orgánicos detectados durante los experimentos fueron descartados como contaminación procedente de la Tierra, pero hoy entendemos que Marte posee sus propios compuestos orgánicos, aunque en formas que no habíamos anticipado completamente.
La hipótesis de Schulze-Makuch y Houtkooper sugiere que la vida en Marte, si es que existe, podría haber adaptado mecanismos bioquímicos únicos para sobrevivir en condiciones extremadamente frías, como una mezcla de agua y peróxido de hidrógeno en lugar de agua pura. Esta teoría podría explicar por qué la adición de agua durante los experimentos Viking resultó en la aniquilación de los microorganismos, proporcionando una posible explicación alternativa para los resultados confusos obtenidos aun que la noticia de la suspensión de futuros misiones a Marte de la NASA dificulta esto.
Este argumento no se presenta como una afirmación absoluta de la realidad, sino como una invitación a reconsiderar y replicar los experimentos originales con un entendimiento más profundo y actualizado del entorno marciano. En una era de renovado interés y considerable inversión en la exploración de Marte, que incluye rovers avanzados, misiones de retorno de muestras y planes para futuras misiones humanas, Schulze-Makuch aboga por una nueva serie de experimentos que podrían confirmar o refutar las interpretaciones previas.
La ciencia se basa en la replicación de resultados y en la reevaluación continua de nuestras teorías a la luz de nuevas evidencias y tecnologías. Aunque los experimentos revisados podrían muy bien confirmar las conclusiones originales, la posibilidad de un descubrimiento diferente, que altere nuestra comprensión de la vida en el universo, justifica plenamente el esfuerzo y la inversión. En última instancia, seguir indagando en los misterios de Marte no solo es una cuestión de curiosidad científica, sino de un profundo deseo humano por entender nuestro lugar en el cosmos.