Ese ADN mío

Varios científicos británicos que aportaron las claves necesarias para descifrar la estructura de doble hélice no obtuvieron reconocimiento de la comunidad de expertos de su tiempo
Los padres de la genética molecular actual fueron ayudados, en la sombra, por muchos investigadores de su país sin que se les reconociese su labor. | Ilustración de FABLAB ULL
Los padres de la genética molecular actual fueron ayudados, en la sombra, por muchos investigadores de su país sin que se les reconociese su labor. | Ilustración de FABLAB ULL

Agustín Valenzuela Fernández*

Los genes son los elementos de nuestro organismo que podemos considerar más específicamente ‘nuestros’. Determinan qué aspecto tenemos, quiénes somos, e incluso qué enfermedades podemos llegar a sufrir a lo largo de la vida. Sin embargo, aún queda mucho por conocer acerca de estas complejas moléculas. Hoy día, se sigue investigando intensivamente sobre los múltiples aspectos del ADN (ácido desoxirribonucleico), desde la conocida y polémica clonación, lograda hace dos décadas, hasta su implicación en múltiples enfermedades de carácter hereditario, así como en líneas preventivas y terapéuticas, basadas en la ingeniería del ADN. Pese a su importancia, los auténticos pioneros del descubrimiento del ADN han quedado, en gran medida, inmersos en el olvido.

Varios científicos británicos, que aportaron las claves necesarias para descifrar la estructura de doble hélice del ADN, no obtuvieron reconocimiento de la comunidad científica de su tiempo y pocas veces se les recuerda en la actualidad. Fueron ellos los que sentaron las bases para la caracterización molecular del ADN. Sin embargo, todo el mérito fue atribuido a los laureados con el Premio Nobel de 1962: Francis H.C. Crick y James D. Watson-que compartieron con Maurice H.F. Wilkins-por sus descubrimientos en relación con la estructura molecular de los ácidos nucleicos y su relevancia para la transmisión de la información en la materia viva. Watson y Crick (decidieron nombrarse en este orden, tras echarlo a suertes con una moneda) propusieron el modelo de doble hélice de ADN empleando datos de otros científicos de la época, como Erwin Chargaff, Maurice Wilkins y Rosalind Franklin. A estos dos últimos investigadores se les atribuye la primera foto estructural del ADN por rayos X, donde se observa la existencia de más de una cadena polinucleotídica enrollada helicoidalmente en el ADN.

Realmente fueron William Astbury y su asistente de investigación Elwyn Beighton, los primeros en mostrar una imagen de la estructura del ADN por rayos X, casi un año antes que Franklin y su estudiante Raymond Gosling. Sin embargo, es la famosa ‘foto 51’ de Franklin la que se homenajea en una placa de la fachada del Kings College de Londres, como “una de las fotografías más importantes del mundo”. A pesar de que Astbury ganó renombre internacional como uno de los fundadores de la Biología Molecular, su nombre y trabajo en la estructura del ADN es hoy en día en gran parte desconocido. El científico español Francis Mojica, que ya suena como futurible premio Nobel por su gran trabajo, descubrió (en 2003) que la secuencias CRISPR, que se repiten regularmente en el ADN de arqueas y bacterias, se espacian entre secuencias correspondientes a fragmentos de ADN de virus y otros invasores de la célula bacteriana.

[su_note note_color=”#d0d3d5″ radius=”2″]¿Sabías que …? El ADN no sólo se encuentra en forma de doble hélice, sino que también se presenta con otras formas variadas y extrañas. Una de las más comunes es la triple hélice que se localiza en el núcleo celular. Ya somos capaces de crearlo de forma sintética, de hecho, Craig Venter y su equipo han ido más allá, creando una célula sintética mediante ingeniería del ADN. El bioquímico suizo Friedrich Miescher (1869), investigando al microscopio el pus en vendajes quirúrgicos, detectó una nueva sustancia que llamó nucleína, porque se encontraba dentro del núcleo de las células, llegando incluso a postular que podría tener relación con la herencia. La nucleína no era más que el ADN.[/su_note]

Mojica comprendió que las bacterias utilizan ese método para inmunizarse. De algún modo, la bacteria se vacuna frente al virus. Lo bueno es que el sistema CRISPR se puede emplear en plantas o animales, permitiendo cortar el ADN donde se desee. Es decir, que podemos eliminar un gen defectuoso, por ejemplo, causante de una enfermedad, y después insertar en el mismo lugar el gen reparado. Este hallazgo supone una revolución en ingeniería genética y, claramente, tiene una repercusión inconmensurable en medicina. Como el propio Mojica comenta: “Crispear es modificar la información genética de cualquier región del genoma”.

Cuando Isaac Newton hizo su famosa observación en una carta remitida el 15 de febrero de 1676 a Robert Hooke: “Si he visto más lejos es porque estoy sentado sobre los hombros de gigantes” (por cierto, esta frase no es de su propia cosecha), quizá debería haber añadido que, con demasiada frecuencia y facilidad, los nombres de estos gigantes se olvidan. La ciencia es una obra conjunta, que crece de forma orquestada, y donde cada descubrimiento se nutre de un pensamiento, resultados y esfuerzos titánicos anteriores, de forma multidisciplinar y trasversal. Nuestro futuro coherente depende de cultivar todas las ramas del saber científico, las artes y las humanidades.

*Profesor e Investigador de la ULL. Instituto de Enfermedades Tropicales (IUETSPC)

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