¡Pobre Dinámico!

Aprovecho que he vuelto a coger la gripe para hablar de bares. En la noche de los tiempos existía en la plaza del Charco portuense, famosa por nadie sabe qué y que creo que construyó mi tatarabuelo Andrés, siendo alcalde, un pequeño kiosco, con un templete encima desde el que actuaba la banda, muy apretada

1. Aprovecho que he vuelto a coger la gripe para hablar de bares. En la noche de los tiempos existía en la plaza del Charco portuense, famosa por nadie sabe qué y que creo que construyó mi tatarabuelo Andrés, siendo alcalde, un pequeño kiosco, con un templete encima desde el que actuaba la banda, muy apretada. Se llamaba Dinámico. Los tertulianos del Puerto, entre ellos el médico Celestino Cobiella y el escritor Luis Castañeda, cafeteros irredentos, se convirtieron incluso en empresarios para salvar el kiosco y que las tertulias siguieran celebrándose, allá por los cincuenta. Más tarde, sobre el 58, obtuvo la concesión mi tío José Manuel Sotomayor, que encargó el proyecto a Juan Davó y este construyó un bar precioso, con un amplio templete para que la banda de música, que dirigía Chanito Miranda, diera sus conciertos. Y muy afinados, por cierto. Recuerdo las interpretaciones de El sitio de Zaragoza, que eran seguidas con mucho interés, sobre todo por los turistas.

2. Más tarde, con el PSOE en el Gobierno municipal, la obra de Davó fue derribada, en vez de ser restaurada, y construyeron el adefesio actual, que es el bar más feo del mundo. Tras un primer intento de privatización, que resultó fallido, el Ayuntamiento quiere privatizar de nuevo el Dinámico, que tiene el problema de un personal muy antiguo, al que hay que indemnizar porque así lo dice la ley, o mantener en sus puestos. El Ayuntamiento portuense debe adjudicar la propiedad a una empresa solvente, que garantice los puestos de trabajo, ponga orden en aquello y acometa obras para embellecer el horrible lugar.

3. El Dinámico lo ha perdido todo, incluso sus famosas tertulias de la Cámara Alta y la Cámara Baja, en las que se hablaba de lo divino y lo humano y se pontificaba sobre la actualidad e, incluso, se discutía de política. No faltaba el sentido del humor. Se cuenta que cuando a mi abuelo Domingo Sotomayor le trajeron su primer audífono de Alemania, porque se había quedado sordo, los compañeros de tertulia hablaban bajito para hacerle creer que el artilugio no funcionaba, hasta el punto de mi abuelo exclamar: “¡Vaya mierda de aparato me ha traído mi hijo de Alemania!”. ¡Pobre Dinámico, lo que fue y lo que es!

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