¿Por qué siempre llueve en Semana Santa?

En su libro 'Entender el tiempo', el meteorólogo Roberto Brasero reitera que Semana Santa coincide con unas fechas que en España constituyen siempre un periodo de lluvias
Penitents walk after the governing body of the "Estudiantes" brotherhood decided that penance could not be carried out in the streets due to rain on Palm Sunday in Oviedo, northern Spain, March 20, 2016. REUTERS/Eloy Alonso
Domingo de Ramos en Oviedo. /  REUTERS/Eloy Alonso

Un año más, Semana Santa se avecina con un pronóstico meteorológico incierto, que incluye lluvias, cielos nubosos, y temperaturas vajas coincidiendo con estos días de vacaciones.

Hay quien opina que no es verdad que siempre llueva en Semana Santa, que todo es asunto de memoria selectiva: en este caso, en Semana Santa tenemos actividades al aire libre que se descalabran si llueve. Cada vez que llueve en estas fechas lo registramos como un gran inconveniente.

Pero se puede encontrar un encaje científico a tanta relación no deseada entre la vuelta al campo y a la playa después del invierno, por un lado, y el mal tiempo y la lluvia, por el otro.

Atendiendo a lo estrictamente meteorológico, se trata de una fiesta móvil que cada año cae en una fecha diferente porque en el Concilio de Nicea (año 325) se decidió que la Pascua de Resurrección fuera el domingo inmediatamente posterior a la primera Luna llena tras el equinoccio de primavera (21 de marzo). Así, el Domingo de Ramos es siempre el domingo anterior a dicha Luna. Por ello, esta celebración puede oscilar entre el 22 de marzo y el 25 de abril.

En el equinoccio de primavera, donde los días son más largos que las noches, es habitual un tiempo inestable y lluvioso, con cambios súbitos. Además, a comienzos de la primavera se suele producir el fenómeno de la ‘gota fría’ o Depresión Aislada en Niveles Altos.

En su libro ‘Entender el tiempo’, el meteorólogo Roberto Brasero reitera que Semana Santa coincide con unas fechas que en España constituyen siempre un periodo de lluvias.

Además, es un periodo que incluye diez días en los que hay borrascas procedentes del norte de Europa que chocan con la circulación de aire cálido liberando más energía en la atmósfera, lo cual favorece que llueva.

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