David Carpenter, más allá de Tarzán

El actor tinerfeño, natural del municipio de La Orotava, encarnó en 1973 al célebre personaje de Edgar Rice Burroughs, cuya enésima versión cinematográfica acaba de estrenarse en España
Su papel más popular fue el de Tarzán, filme en el que tuvo de partenaire a Nadiuska. / CEDIDA
Su papel más popular fue el de Tarzán, filme en el que tuvo de partenaire a Nadiuska. / CEDIDA

Ahora que se ha estrenado la enésima versión cinematográfica de Tarzán, en esta ocasión en la piel del intérprete sueco Alexander Skarsgård, merece la pena recordar y poner en valor la figura de David Carpenter, nombre artístico de Domingo Codesido, actor tinerfeño que allá por los años 70 irrumpió en el panorama cinematográfico español al dar vida al célebre personaje de Edgar Rice Burroughs.

Natural del municipio de La Orotava, con un portentoso físico, labrado fundamentalmente en la práctica de la natación, donde era un consumado especialista, David Carpenter (1951-2006) se inició en el séptimo arte de la mano de uno de los grandes de la escena de la época, el director vasco Eloy de la Iglesia, en la película de suspense Una gota de sangre para morir amando (1973), en la que interpretaba a Phil y en la que compartía cartel con Christopher Mitchum, hijo del célebre actor hollywoodiense Robert Mitchum.

Desde ese debut, Carpenter, que se había marchado a Londres desde muy joven, donde asistió a clases de arte dramático, comenzó a frecuentar las revistas del ramo, como la especializada Nuevo Fotogramas, en las que se destacaba su prometedor futuro. El 29 de diciembre de 1979, en el número 1.263, aparece en la portada con Mitchum en el reportaje que se realiza sobre el mencionado filme de Eloy de la Iglesia, con claras influencias de La naranja mecánica, de Stanley Kubrick. En 1973, en esa misma publicación, hablan de él como un nuevo sex-symbol del cine patrio, “tímido, casi no habla”. Aunque reconoce que ha entrado en el cine por su físico, Carpenter subraya que no quieren que le encasillen, y remarca, según recoge la propia revista, “que a pesar de que su lucha está encaminada al éxito, duda de que una vez lo haya logrado se sienta satisfecho”. Pronto su nombre suena en proyectos que luego no se gestarían, con papeles junto a Joan Collins o con el nadador olímpico norteamericano Mark Spitz. De hecho, se frustra un filme sobre la obra Del amor y del mar, del que fuera cura jesuita José Luis Martín Vigil, que iba a interpretar el actor canario junto a Lucía Bosé y que la censura aún vigente prohibió por considerarla “subversiva, pornográfica y blasfema”, tal y como se refleja en Nuevo Fotogramas el 26 de enero de 1973. En cualquier caso, su segunda película, ya como actor principal, fue, precisamente, Tarzán en las minas del rey Salomón (1973), de José Luis Merino, junto a la entonces pujante Nadiuska, como partenaire, y Jacinto Molina, más conocido como Paul Naschy, el recordado prohombre del cine fantástico español.

Carpenter trabajaría luego con el director José Antonio de la Loma, uno de los máximos representantes de lo que luego se llamaría el cine quinqui, que deslizaba una crítica social al retratar las peripecias de jóvenes delincuentes asociados a barrios marginales en la España del tardofranquismo y la transición democrática. Con el realizador catalán haría con posterioridad, siempre en papeles secundarios, los filmes El último viaje (1974), compartiendo cartel con Simón Andreu y Ágata Lys; y Metralleta Stein (1975), en la que interviene John Saxon (recordado por su papel de galán experto en artes marciales en Operación Dragón, la última película de Bruce Lee), el gran Francisco Rabal y Blanca Estrada; y Las alegres chicas de El Molino (1977), con José María Blanco y Miquel Bordoy, entre otros.

Con José Luis Merino, guionista y director que pastoreó prácticamente todos los géneros, especialmente los de acción, repetiría, tras la ya citada de Tarzán en las minas del rey Salomón (1973), en Juegos de sociedad (1974) y en Sábado, chica, motel… ¡Qué lío aquel! (1976), donde Carpenter se encontraría de nuevo con actrices como Ágata Lys y Blanca Estrada.

Domingo Codesido también estuvo a las órdenes del tarraconense Pedro Lazaga, un eficaz artesano del cine español especializado en comedias, con el que participó en el filme Yo soy fulana de tal (1975), con Florinda Chico, Fernando Fernán Gómez y Pilar Bardem. Del mismo modo, trabajó en otra cinta de humor, esta vez del realizador Manuel Caño, titulado A mí qué me importa que explote Miami (1976). Caño, por cierto, había dirigido dos películas anteriores de Tarzán (en 1969 y 1972) en coproducción con Italia y ambas protagonizadas por un actor llamado Steve Hawkes. Y es que en ese periodo, entre finales de los 60 y el ecuador de los 70, además de las mencionadas y del Tarzán de David Carpenter, se hicieron varias cintas sobre este literario personaje, casi todas de serie B, con un presupuesto muy bajo, con argumentos sencillos y sin grandes alardes técnicos. Aparte de Carpenter, otro español hizo de Tarzán, el culturista José Luis Ayestarán que, con el nombre artístico de Richard Ayestarán, rodaría Tarzán y el misterio de la selva (1973) y Tarzán y el misterio Kawana (1974). El actor orotavense participó a mediados de la década de los 70 en el thriller El asesino no está solo, dirigida por Jesús García de Dueñas y producida por Andrés Vicente Gómez, donde compartía protagonismo con Lola Flores y Teresa Rabal. En esta película se ponía en la piel de Julio, un joven asesino en serie, de familia adinerada, que no puede reprimir su obsesión por matar.

David Carpenter pasó, asimismo, por el filme Las flores del vicio , estrenado en España en 1979, del canadiense de origen italiano Silvio Narizzano (la cinta más conocida de este realizador fue George Girl, aquí titulada La soltera retozona, que obtuvo cuatro nominaciones en los Óscar de 1967), y con un lustroso reparto encabezado por dos estrellas de Hollywood, Dennis Hopper (Rebelde sin causa, Gigante, Easy Rider) y Carroll Baker (Gigante, Baby Doll, La conquista del Oeste).

A finales de la década de los 70, Domingo Codesido Ascanio regresaría a su isla natal para residir en La Orotava, alejándose así por completo del mundo cinematográfico. Los que frecuentaban la playa del Bollullo, en la costa de este municipio, donde tenía una casa, lo podían ver de manera habitual, incluso en más de una ocasión ayudó a sacar de las bravas aguas norteñas a algún que otro bañista en apuros. Murió en el año 2006 en Tailandia.

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