¿Es que no lo entienden?

No crean que soy un fatuo; no lo soy. Pero en los últimos tiempos recibo mensajes y wasaps de mujeres que no conozco y que piden hablar conmigo, tomar una copa o un café. No se molesten, lo digo con todo cariño y públicamente. Yo no estaré disponible nunca más. Hay palos demasiado fuertes para que uno busque encontrar lo insustituible. Así que les agradezco a todas que me dejen tranquilo; mi tiempo pasó y aunque lo procure, por salud sobre todo, la tristeza no me va a abandonar jamás. El dolor por la muerte de Loli fue tan fuerte que es imposible superarlo, porque, además, tampoco quiero. Así que agradezco las llamadas y las ofertas de amistad, pero yo ya tengo a mis amigos de siempre y no necesito caras nuevas en mi vida. Puede que estas palabras suenen fuertes, atrevidas, egocéntricas, echonas, ilusas, lo que quieran. Pero ahora deseo estar tranquilo, disfrutando de mis hijas y de mi familia y lo demás no me importa nada. Como si se viene el mundo abajo, como si mañana no amanece, como un día no le amaneció a ella; así que déjenme en paz y, si quieren me leen y si quieren no. Y no esperen de mí más que estas líneas casi diarias que escribo por devoción; y las colaboraciones que me piden y que envío según quién me las solicite. Y que procuro que sean divertidas y que no dejen traslucir mi tristeza, como la de hoy. El otro día, una de estas personas me llamó antipático porque fui quizá duro con quien se dirigía a mí con respeto. Pero no se arriesguen; de verdad, déjenme. Yo ya no existo, he muerto con ella aunque todavía me queden motivos para vivir, no míos, sino de los míos. Así que dejemos la fiesta -y qué fiesta- en paz y miren para otro lado, que yo no valgo la pena. Quiero descansar, porque cuando Loli agonizaba en una habitación de hospital yo escribía junto a ella para ustedes. ¿Acaso no merezco que me dejen en paz? ¿Es que no lo entienden?