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La foto de un tinerfeño devuelve los brazos a un niño de Alepo

La historia de Ahmad Alkalaf vivía en el anonimato, como tantas otras en un campo de refugiados, hasta que llegó la fotografía de Andrés Gutiérrez

Ahmad Alkalaf tiene hoy 11 años. En la fotografía de Andrés Gutiérrez tenía solo un año menos. Intenta coger una tablet pero no puede. Tampoco puede atarse las ligas de los zapatos, coger un lápiz en la escuela o jugar como el resto de los niños. No puede hacerlo ahora, pero una vez sí pudo, antes de 2013, antes de la guerra de Siria. Ahmad Alkalaf no tiene brazos y eso es evidente, es lo que muestra la fotografía del fotoperiodista de DIARIO DE AVISOS que abre hoy este periódico. También tuvo siete hermanos, ahora solo cuatro, tres murieron bajo una bomba en la más mortífera de las guerras del siglo XXI; ese día él escapó de la muerte. La guerra civil siria, que se inició en 2011, sumaba más de 160.000 muertos en 2014, 7.000 mujeres y 15.000 niños. Entre esos 15.000, los tres hermanos de Ahmad.

La historia de este niño registra la huida de su familia de la ciudad de Alepo, después de que fuera bombardeada su casa. Buscaron refugio y seguridad en un campamento a las afueras, en otra ciudad de Siria. Pero la protección no es, precisamente, un valor que caracterice a una zona de conflicto. Una bomba cayó sobre la tienda de la familia. Una bomba, como una pesadilla terrible, que dejó sin tres hermanos y sin brazos a Ahmad Alkalaf, el niño de la foto. En medio de la confusión, unos desconocidos se llevaron consigo al pequeño, el único superviviente de aquel atentado, hasta un hospital en Turquía. Lejos de allí, los padres, que se habían librado del ataque por estar ausentes, arrastraron el peso de la muerte y la desesperación. Tardaron meses en localizar a Ahmad.

Esta historia vivía en el anonimato, como tantas otras en un campo de refugiados, hasta que llegó la fotografía. El fotoperiodista Andrés Gutiérrez fue invitado por una ONG a retratar a Ahmad Alkalaf en uno de sus viajes, en 2015. “Es una historia muy dura. Para este trabajo, además de imágenes, filmé algunos vídeos. El montaje final se emitió en la CNN en Estados Unidos”, relata Gutiérrez, que desde hoy muestra en el TEA Tenerife Espacio de las Artes, en Santa Cruz, una conexión de las fotos que ha realizado en distintos lugares del mundo. “La CNN lo difundió y  la sociedad tomó consciencia de aquella historia y se volcó en ayudar al pequeño y a la familia. Ahora el padre y él están en Estados Unidos, en el Boston Children Hospital. Los médicos intentan curar debidamente las heridas y trabajan para implantarle unas prótesis que le permitan volver a tener brazos”, dice orgulloso. Y es que, justamente ese era el objetivo de su trabajo, fabricar un poco de esperanza.

Andrés Gutiérrez. / FOTO: FRAN PALLERO
Andrés Gutiérrez. / FOTO: FRAN PALLERO

El de Ahmad es el retrato sincero de las consecuencias de una guerra. Hoy, esta foto forma parte de la exposición Al margen, que Gutiérrez inaugura a las 20.00 horas en la Sala Puente del TEA. La muestra, se mantendrá colgada hasta el próximo 15 de enero. “La exposición se compone de seis historias y un testimonio. Siete reportajes fotográficos que han quedado al margen del interés social; ni a los medios ni a la gente les interesan ya. Mi idea es reflotar esas historias para crear consciencia, para mostrar realidades injustas”, describe el fotógrafo. El primer trabajo data de 2013, el último, de hace unos meses. La pobreza en La India, los refugiados sirios en Turquía, los emigrantes pakistaníes y afganos, el testimonio de un prisionero de guerra torturado por el régimen sirio, las consecuencias del agente naranja sobre la población vietnamita y una familia de okupas en Tenerife, son los otros protagonistas. Una treintena de fotos que guardarán congelados en el tiempo los retazos de una vida que fue. “Si el que hace el fotógrafo es consciente de su labor, si guarda respeto por lo que retrata, si busca siempre decir la verdad, si trata las historias con respeto y sensibilidad, si investiga, si vive la historia, si habita en ella, entonces, dejará de ser un fotógrafo para convertirse en fotoperiodista”, concluye.

Ya se sabe que una imagen vale más que mil palabras, como la del niño sin brazos intentando coger una tablet.

“Las instantáneas son viscerales, son directas, sus efectos sobre nosotros son inigualables”

Andrés Gutiérrez comenzó en la fotografía en 2008 por recomendación médica.“Antes era diseñador, pero una enfermedad me obligó a levantarme de la silla, entonces tomé la cámara”, apunta para el DIARIO, el periódico para el que trabaja en la actualidad. “Descubrí que la fotografía no tiene límites, es visceral, es directa y sus efectos son inigualables”, completa el que también trabaja para Co’ Report, junto a Sheila Torres; para Associated Press, y para el prestigioso The Stand Global de Greg Marinovich, premio Pulitzer. El respeto por lo que se muestra y la objetividad son siempre las metas de este fotoperiodista autodidacta. Metas que alcanza en las instantáneas de su exposición Al margen, que se inaugura hoy en el TEA a las 20.00 horas. A las fotos le acompañan los textos de Torres.

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