Leonard Cohen: sí, el adiós llega

La certeza de la muerte se encuentra incluso con nuestros ídolos. Algo así le leí una vez a un amigo teólogo, un sabio profesor de Filosofía y Religión, que me dio clases en aquel BUP, ya perdido en el tiempo

La certeza de la muerte se encuentra incluso con nuestros ídolos. Algo así le leí una vez a un amigo teólogo, un sabio profesor de Filosofía y Religión, que me dio clases en aquel BUP, ya perdido en el tiempo. Es lo que sentí, el pasado lunes 7, cuando leía distintas crónicas sobre el adiós de Leonard Cohen: “Mi padre murió tranquilamente en su casa de Los Ángeles con la certeza de que había completado lo que sentía”, decía el hijo del músico, Adam.

La verdad, no me crean totalmente ajeno a la muerte y una persona insensible, creo que morir es un proceso irremediable, sin embargo un hecho que nadie termina por comprender con una totalidad serena, me parece, por mucho que nos fortalezcamos a través del hecho religioso, y todos los conceptos y credos posibles.

Leonard Cohen, Cohen, sí Cohen otra vez en mi vida, y Dios no es una casualidad. Es una oportunidad el tener a Cohen cerca estos días nuevamente. Un Cohen, que nos ha recordado siempre la necesidad de lo espiritual, del mirarnos hacia dentro, lo ha hecho durante más de 50 años con su música, y que nos ha dicho en su último disco muchas cosas sobre lo real de la muerte, “You Want It Darker”, cuando uno sabe que las aves carroñeras te merodean, que el final te cita, las reflexiones sobre lo divino y lo humano, pero especialmente sobre lo primero, se apoderan de nuestra creatividad. En este disco, él nos lo anunciaba, su marcha, sabedor de que a sus 82 años la llamada está realizándose.

El CD viene recubierto en una sábana negra desde la portada, y nos ofrece un periplo fúnebre a través de la espiritualidad de Leonard Cohen en ‘You Want It Darker’, la canción más oscura que ha compuesto en estos últimos momentos. Es su adiós final, como en algunas críticas han expuesto su “so long” a sí mismo, su rendición de cuentas con Dios, su acercamiento a Él en un tú a Tú cercano, y su soltura de lastre, ofreciendo aquello que le duele desde dentro. Solo escuchando esta estrofa nos es suficiente para meternos dentro de Cohen y entender cómo sabía el momento que le llegaba:

“Magnified, sanctified, be thy holy name
Vilified, crucified, in the human frame
A million candles burning for the help that never came
You want it darker
Hineni, hineni
I’m ready, my Lord”.

Este poeta de la canción eterna rinde aquí cuentas con un Dios del que ya no espera nada, o casi nada, y lo asegura con “si tú repartes las cartas, estoy fuera del juego”, porque está trucado de antemano ante lo inevitable de la muerte. La referencia a la oscuridad está presente en ambas religiones, la hebrea y cristiana, en torno a la figura de Dios de forma recurrente. Cohen en este hasta luego que ya nos adelantaba con este LP, opta por el Dios carente de misericordia y cruel, el que permite, según él, que todas las tempestades golpeen a los pueblos.

“Hineni, hineni
Hineni, hineni
I’m ready, my Lord”.

El cantante del sombrero ladeado introduce un concepto de la Torah, citado en nueve ocasiones: “Hineni“, “הנני”, un concepto hebreo relacionado con la responsabilidad de estar preparado ante lo eventual. En este caso, ante la muerte. Cohen afirma notoriamente en este disco: “Estoy preparado, mi señor”. Un recital vivo con la eterna voz de Cohen que nos habla de la inexplicable muerte. Sí, el adiós llega.

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