Trump ya caza “mensajeros”

Es indiscutible. Los "polos opuestos se tocan” de modo que, actualmente, cualquiera sea el extremismo político que analicemos mundialmente, y en nuestro caso América, políticos tradicionales y outsiders, aún desde ideologías contrapuestas, denuncian desestabilizaciones y persecuciones en su contra por parte de periodistas, y grupos internacionales de la comunicación.

Es indiscutible. Los “polos opuestos se tocan” de modo que, actualmente, cualquiera sea el extremismo político que analicemos mundialmente, y en nuestro caso América, políticos tradicionales y outsiders, aún desde ideologías contrapuestas, denuncian desestabilizaciones y persecuciones en su contra por parte de periodistas, y grupos internacionales de la comunicación. Desde un ultraderechista como el electo presidente de EE.UU., Donald Trump, hasta los presidentes de tendencia izquierdista de Bolivia, Ecuador y Venezuela, encuentran en los medios y sus trabajadores (los “mensajeros”) la culpa de los males de sus países y del descrédito que, ellos solitos, se han ganado ante sus sociedades con sus conductas públicas y privadas.

Trump, así como Nicolás Maduro, Rafael Correa, Evo Morales, o la ex presidenta argentina Cristina Kirchner no comprenden, en primer lugar, que las sociedades no son influenciables por los medios al extremo de poder lograr entronizar en el poder a quien deseen. De ser así, ninguno de ellos hubiere alcanzado tal poder, tras la amplia y feroz exposición mediática de sus errores y defectos.

Y en segundo lugar, no comprenden que los medios independientes, de cualquier tendencia editorial, no son un BOE destinado a resaltar la labor gubernamental, sino el recurso de los habitantes para informarse, especialmente de aquello que los gobernantes desean ocultar.

Es verdad. Los medios fueron, con todos los mencionados, duros antes y después de asumir estos el poder. Pero salir a “cazar” mensajeros descalificando su labor como ya hace el electo presidente estadounidense no es el camino, sino el recurrir a la Justicia con pruebas. Trump, que gobernará un país símbolo de férrea libertad de prensa, debiera evitar “salir de caza” contra los medios, a riesgo de terminar como Richard Nixon y Bill Clinton. Que EE.UU. no es Bolivia, ni Ecuador, ni la Venezuela actual.
gerardoctkc@gmail.com

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