Adiós Pep

Me desconciertas, Pep. Sorprende que seas tan moderno leyendo el fútbol y tan antiguo interpretando el contexto

Me desconciertas, Pep. Sorprende que seas tan moderno leyendo el fútbol y tan antiguo interpretando el contexto. Quede claro, Pep, que respeto a los independentistas, tanto como a los que no lo son; pero me desarma esa capacidad tuya para conciliar lo que será con lo que fue, esa facilidad con la que viajas del futuro (futbolístico) al pasado (político) sin detenerte en el presente, sin poner los pies en una realidad objetiva que da la espalda al proceso que apoyas. No resulta sencillo comprender que milites en el fútbol del siglo XXI y que, negándote ese olfato para la anticipación, abanderes propuestas políticas del siglo pasado. A quienes solemos dar la cara por ti nos has metido un gol en propia puerta, Pep. Nos has dejado sin argumentos al decir, dando el peor pase de tu carrera, que la comunidad internacional debe salir en defensa de Cataluña frente a un Estado autoritario. Al cruzar esa línea nos dejas en fuera de juego. Esa afirmación te vacía, negándonos a los culés hasta las espinas de algo que podamos situar como defensa central. A quienes simpatizamos contigo nos dejas desnudos, claro que somos lo de menos. Tu pecado, Pep, la mancha que te acompañará siempre, es haber aludido a los estados verdaderamente autoritarios (el nuestro no lo es, no) con tanta ligereza, y frivolidad. Insisto, Pep, los culés somos lo de menos. La gravedad de tus palabras, el injustificable error que has cometido, se explica recordando el infierno que sufren millones de familias que bien lejos del microcosmos catalán sí saben qué es un estado autoritario. A mí tampoco me gusta como se las gasta el Estado con según qué asuntos, Pep, pero la comparación es bochornosa. Pensé que horas después te disculparías por esa referencia, y no, así que desmentido queda que el independentismo se cure viajando. Una pena. Me quedo con lo que hemos compartido estos años de fútbol. Ha llegado el momento de que cada cual siga su camino, tú el tuyo y yo el mío. Adiós, Pep.

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