domingo cristiano

Con el dolor no se trafica

O sea, que elijo ser un político descafeinado y me cargo mi propio partido fusionándolo con los príncipes de la charlatanería

O sea, que elijo ser un político descafeinado y me cargo mi propio partido fusionándolo con los príncipes de la charlatanería. Y ahora que se me cae el chiringuito a pedazos por irrelevante, hete aquí que a mí, culpable de que Izquierda Unida se haya convertido en una anécdota política, no se me ocurre otra que disparar contra la Iglesia por aquello de distraer la atención y tal.

Por si no saben de qué les hablo, resulta que Alberto Garzón registró el viernes una proposición no de ley para acabar con los “beneficios fiscales” de la Iglesia Católica y eliminar la aportación que ésta recibe a través del IRPF. No se preocupe si no sabe quién es el individuo. Casi nadie conoce al coordinador general de Izquierda Unida.

Después de rendir pleitesía a Pablo Iglesias y regalarle sus votos para sumarlos a esa especie de Frankenstein político disfuncional que es Unidos Podemos, resulta que Garzón ahora quiere chupar cámara y no está dispuesto a que los chicos de morado lo anulen como dirigente (¿de qué?) o ninguneen su partido (¿de verdad existe?. Tarde, chaval.

Pero, a lo que vamos. Tras suicidarse como político, Garzón elige batallar contra la Iglesia católica. ¿No les recuerda a la estrategia pandillera de todos los que no son y quieren ser algo rascando apoyos entre los indignados profesionales, a los que les pone mogollón un Estado ateo?

Acabar con la Iglesia. A ver, señor Garzón, ¿sabe usted que en este tiempo de recortes, mientras usted jugaba a resucitar a Marx y Lenin, la Iglesia ha aumentado su inversión en proyectos de atención a los más necesitados? Los cerca de 590 millones de euros en los que se traduciría tal apoyo a la caridad y a la educación en valores suponen una cantidad mayor que la que destinan 15 comunidades autónomas de esas que, directa o indirectamente, berrean para que desaparezca la Iglesia de colegios, hospitales…

Por cierto, la escuela católica concertada ahorra al Estado 2.563 millones de euros, que es la diferencia entre lo que cuesta educar a un niño en la pública y la suma de lo que recibe la concertada por sus estudiantes. Hay más, si tiene tiempo, eche un vistazo al estudio de KPMG sobre la calidad docente de los centros propiedad de la Iglesia.

Otro dato que puede interesarle (o no): de los 250 millones que recibió la Iglesia de los contribuyentes que marcaron la cruz, el 138% -por tanto, más de lo recibido- está ya en manos de la sociedad a través de las distintas obras patrocinadas por la comunidad de los creyentes.

¿Beneficios fiscales? ¿Aportaciones del Estado? ¿De qué está usted hablando? Usted no entiende la diferencia entre proteger a los que protegen a otros y derrochar el dinero público. Para eso tendría usted que haber hecho algo, por poco fuera, en el mundo real, allí donde se sufre de verdad, donde el dolor duele, donde hace hambre, donde hay que pagar una factura ¡ya! y, más que nada, allí afuera, donde se convive con la indiferencia de una sociedad demasiado ocupada en desactivar las mamarrachadas con las que prueban fortuna los teóricos de la solidaridad y de la construcción de un mundo mejor.

Cuando usted se haya manchado las manos con el dolor del mundo, como las tiene la Iglesia, entonces alce la voz para pedir lo que quiera. Mientras, siga jugando a su juego de tronos sin hacer demasiado ruido. Para salvarse el culo y la imagen del partido que ha hundido en la miseria, no es buena idea que trafique usted con el dolor de la Humanidad doliente ni con quienes les apoyan día a día. Sin acritud, pero dicho queda.

@karmelojph

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