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El punto cubano, Patrimonio de la Humanidad que La Palma siente también como propio

El punto cubano en La Palma ha estado históricamente ligado al mundo rural y principalmente al ámbito privado, improvisando en bodegas y encuentros familiares

La declaración del punto cubano como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco ha sido sentida en La Palma como algo propio, dado el arraigo que tiene en la isla el género musical guajiro, que se cree que fue exportado por los emigrantes isleños a la Perla del Caribe, y que pervive especialmente en Tijarafe, donde los improvisadores y los decimistas canarios tienen su capital.

Primitivo Jerónimo, desde su responsabilidad al frente del área de Cultura y Patrimonio del Cabildo, pero también como promotor e investigador de las tradiciones palmeras, ha fomentado la conservación y desarrollo de la décima improvisada en La Palma, ligada a los flujos migratorios entre Canarias y América.

“Este reconocimiento de la Unesco lo sentimos como algo nuestro y confío que sirva como estímulo para fortalecer esta historia y tradición en La Palma”, comenta el consejero, quien además indica que el Cabildo mantiene un programa de formación en los centros educativos que desarrolla el verseador Yapci Bienes. Destaca también la existencia en Tijarafe de la Casa de la Décima, un punto de encuentro para los amantes de este género y el veterano Festival de Punto Cubano, que este año cumplió 45 años de vida.

Yapci Bienes, por su parte, valora este reconocimiento como un acto de “justicia” y que respalda la declaración de Bien de Interés Cultural por la que están abogando desde Canarias para ese arte. “Como reconocimiento a esta manifestación coral, folclórica y vinculada con nuestro arte, estoy muy reconfortado, y tiene un impacto increíble en una tradición que muchas veces ha sido vista como algo de emigrantes e incluso rebajada por ciertos sectores culturales”.

El punto cubano en La Palma ha estado históricamente ligado al mundo rural y principalmente al ámbito privado, improvisando en bodegas y encuentros familiares. Aún así, tenía una gran proyección en la sociedad insular. “Todo el mundo estaba pendiente de las décimas, porque la historia de la isla en el campo se escribía en décimas”, comenta Primitivo Jerónimo. Nombres como José María, Gregorio o don Pancho, todos ellos de Tijarafe, eran conocidos repentistas.

A finales de los setenta, el punto cubano de La Palma da un salto al ámbito público, de la mano del grupo Los Verseadores, que subió este género musical a los escenarios. Los tijaraferos Eremiot Rodríguez, Baldomero Lorenzo, Severo, Sabino Rodríguez y Manuel, este último de La Laguna, en Los Llanos de Aridane, hicieron del punto cubano un espectáculo y catapultaron esta tradición.

Bernardo y Nieves, de Mazo; Lalo, de Fuencaliente; Godo y su hermano Adrián, de Puntagorda, o el decimista de Garafía Severo Martín, son, entre otros, nombres que han trufado la historia de este arte en La Palma. En la actualidad, Joseíto y su hijo Yapci Bienes, de Fuencaliente, o Rodolfo, de Breña Alta, son algunos de los nombres propios de este género en La Palma, una isla por donde, en la década de los noventa, pasaron repentistas profesionales de Cuba, invitados al Festival de Tijarafe e, incluso, a impartir talleres.

Por La Palma han pasado talentos del punto guajiro como Raúl Herrera y Luis Martín, que llevan un programa en la televisión cubana sobre este género, Palmas y cañas; El Jilguero de Cienfuegos; Abel Amador, o los hermanos Papillo, también visitaron La Palma. En suma, los más importantes repentistas cubanos.

Primitivo Jerónimo considera que el efecto que tuvo su presencia en la Isla fue contrario al que se esperaba inicialmente, y en lugar de servir como revulsivo, frenó su desarrolló, al chocar dos estilos diferentes de interpretar el punto cubano, el isleño y el caribeño.

En este sentido, Yapci Bienes sostiene que “el punto canario tiene sus especificidades y matices distintivos, sobre todo a nivel musical”. En La Palma, por ejemplo, “se han mantenido las melodías más arcaicas, más lentas”. En cuanto a la ejecución del punto, en Canarias “son más monótonos, con interludios más largos”. Además, el elemento rural es más marcado y mientras que en Cuba es frecuente el uso de figuras literarias, en las Islas “la forma de expresarse es más llana, más directa”. Una cierta socarronería, un doble sentido nunca falta, que también lo tiene Cuba, “pero de una forma más artística, más explícitamente creativa. Aquí tiene un fin más comunicativo que artístico”.

Yapci Bienes es optimista sobre el estado de salud actual del punto cubano. Las iniciativas de animación sociocultural que dirige ligadas al punto cubano, así como proyecto de revitalización del arte de los verseadores de Tijarafe “están dando su frutos, le han dado estabilidad, crean nuevas generaciones y están recuperando mucho de la práctica social de este arte, que se estaba centrando en los escenarios”.

Para Bienes es importante sacar del escenario este género y devolverlo a “esos espacios de vivencia, de socialización y usos que siga teniendo a cultura popular”. De hecho destacó que hay nuevas generaciones de repentistas y una nueva oleada de músicos. “La didáctica va dando frutos esperanzadores a medio plazo”.

Una panorama diferente al que se encontró a sus inicios en este mundo, cuando hace 20 años, solo existía una generación de maestros muy envejecida. “El arte de los verseadores es todo un evento comunicacional, un fenómeno muy complejo para reducirlo solo al género músico – poetico que lo sustenta. Esta amplitud de marco social que le de vitalidad se ha recuperado un poco”, explica Bienes, quien sostiene que “no se puede legar un patrimonio, que es algo vivo, a marcos forzados, prediseñados o de consumo, como son los escenarios. Son preferibles los marcos sociales, vivos”.

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