caso grúas - la laguna

Clavijo se maneja en círculos para buscar aparcamiento

El presidente del Gobierno canario conduce muy pendiente de que los intermitentes de la oposición no lo distraigan de su inconstante destino

El presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, llega al Parlamento. / ANDRÉS GUTIÉRREZ

Después de consumarse una ruptura con el PSOE que se barruntaba desde hacía meses -el BOC publicó el cese de los cuatro consejeros socialistas el 24 de diciembre de 2016-, el tripartito ocasional integrado por CC, el PP y ASG le salvó el año al precario Gobierno del becario Fernando Clavijo con la aprobación de los Presupuestos más expansivos de la autonomía, consecuencia en gran medida de las cuentas nacionales de 2017. Pero 2018 es la antesala de los próximos comicios regionales y locales, una circunstancia que aleja el acercamiento entre los agentes políticos. A partir de ahora, la agenda estará condicionada por el calendario electoral. Eso significa que cualquier movimiento en falso se pagará caro.

Arrastrado por las repercusiones del caso Grúas, una vez que la Sala de lo Penal del Tribunal Superior accediera a la petición de la Fiscalía de que el Juzgado número 2 de La Laguna concretara las sospechas de que el exalcalde tuvo una actuación irregular, Clavijo maneja la presidencia en círculos para encontrar aparcamiento. El retrovisor lo conduce en una dirección de tiempo compartido, muy pendiente de que los intermitentes de la oposición no lo distraigan de su inconstante destino.

El recorrido arrancó el 4 de enero, cuando Fernando Clavijo anunció los nombres de los nuevos consejeros: el grancanario Pablo Rodríguez sustituyó a la tinerfeña Patricia Hernández como vicepresidente, además de recoger de Ornella Chacón la rocosa cartera de Obras Públicas y Transporte. El entonces viceconsejero de Presidencia, José Miguel Barragán, ascendió a consejero de Presidencia, Justicia e Igualdad, en lugar de Aarón Afonso. Cristina Valido dejó el Cabildo de Tenerife para ocuparse de Empleo, Políticas Sociales y Vivienda, el área que gestionaba Hernández. Desahuciado Jesús Morera, José Manuel Baltar recibió el maletín del instrumental médico para operar desde la Consejería de Sanidad. Sin embargo, acabó tumbado en una camilla del quirófano. Isaac Castellano reemplazó el 1 de agosto a Mariate Lorenzo, de la cuota de Lanzarote, a la que largaron con la música a otra parte. No quedó ahí la cosa. En septiembre, el magistrado y exdiputado del PP Emilio Moreno entró como viceconsejero de Justicia, tras la renuncia de Manuel Fajardo. “Muy mal está Coalición Canaria si se nutre permanentemente de personas independientes”, comentó Asier Antona. El reelegido líder del PP en Canarias instó al “frágil” Gobierno de Fernando Clavijo a que reaccionara y reconociera que estaba en minoría.

Más recientemente, el 26 de diciembre, se conoció el cese por “razones familiares” de Adrián Mendoza como viceconsejero de Industria, Energía y Comercio, a quien reveló Justo Artiles, que era director gerente de Proexca. El anuncio se vio acompañado de otros ajustes de última hora: en Transparencia y Participación Ciudadana, Asunción Toledo cubrió la vacante de Antonio Llorens, flamante viceconsejero de Administraciones Públicas y Transparencia.

En opinión de Iñaki Lavandera (PSOE), el organigrama responde “más a intereses orgánicos” de CC que a los de Canarias. “Un verdadero líder debe esforzarse por rodearse de los mejores, lo que evidentemente no ha hecho Fernando Clavijo”.

Al entonces portavoz del grupo Socialista -antes de que Ángel Víctor Torres pusiera a Dolores Corujo y desplazara a Patricia Hernández al hacerse con la secretaría general del partido en Canarias- le llamó “poderosamente” la designación de Baltar, relevante directivo del grupo San Roque y vicepresidente de la patronal nacional del sector (ASPE). “Un lobo a cuidado del rebaño”, ilustró Concepción Monzón, de Podemos.

Román Rodríguez (Nueva Canarias) interpretó que el poder de decisión del gabinete monocolor quedaba en manos de “la corriente insularista y conservadora dominante del tridente” configurado por Fernando Clavijo; la consejera de Hacienda, Rosa Dávila, y Carlos Alonso   desde el Cabildo de Tenerife. “El problema es un presidente pleitista que representa a la tercera organización en votos y que carece de los avales parlamentarios mayoritarios para desarrollar su programa”, profirió.

Clavijo remodeló su equipo con la idea de “no perder ni un día” en la gestión pública y “consciente” de la interinidad. “Seguimos abiertos a alianzas”, recalcó. “Igual se incorpora otra fuerza a las tareas de gobierno. El jefe del Ejecutivo estudiaba “muchas fórmulas” para garantizar la estabilidad y rehuyó la moción de confianza. “Nuestro programa no se va modificar”, dio por adelantado.

Al menos cara a la galería, no temía una moción de censura: “Continuaré trabajando mientras las matemáticas parlamentarias o el pueblo quieran”. Quien se pica ajos come. En el ambiente se respiraba un aroma a pimienta molida. Y los tornillos de la mecedora chirriaban. Finalmente, como sus adversarios se aburrieron del juego de la silla, Clavijo echó tres en uno y ha ido aguantando. Antona se encargó de los preparativos de la fiesta, a la que luego no acudió: “El PP se tomará esto en serio cuando estamos hablando de un Gobierno alternativo. Si verdaderamente hay voluntad, tendrá que articularse en torno al Partido Popular, que durante estos años ha liderado la oposición. No estaremos en reuniones donde generemos una mayor incertidumbre en aventuras que no llegan a ninguna parte”. Clavijo se sacudió las orejas: “Es ruido. No hago caso a los rumores”. El cascanueces aguardaba en alguna gaveta.

En el pleno extraordinario del 19E, los grupos Socialista y Popular estrenaron una ubicación en el hemiciclo que visualizaba la soledad de los ocupantes del banco azul. Enfrente, el PSOE y el PP comparten un espacio en la distribución de los escaños. Parecía un indicio de un pacto que resultó ficticio. Australia Navarro definió a Fernando Clavijo como un “náufrago” que suplicaba que lo rescataran. La portavoz del PP le conminó a “pedir perdón” a la ciudadanía por la “insensatez” de esta legislatura, en la que “han sido cómplices” los socialistas. El presidente agachó la cabeza para mirarse el pecho: “Recojo el guante. El diálogo es un buen comienzo, no el rencor”.  Lavandera enarboló una crítica despiadada. Lo acusó de dividir a los canarios con “una vuelta al insularismo que derriba el edificio autonómico”.  Sus compromisos “han acabado en la basura”, remachó. “Canarias clama por un Gobierno diferente”. Se sentaron a la mesa para negociar: sobraron servilletas y faltaron platos para alimentar el apetito. No hubo manera de corregir el desequilibrio de las patas.

A Clavijo le cortaron la luz y lo mandaron a urgencias en una ambulancia con las ruedas pinchadas. Una proposición no de ley de Nueva Canarias suscitó el apoyo unánime de la Cámara contra las torretas para el tendido eléctrico en Lanzarote y Fuerteventura. Posteriormente, CC-PNC se abstuvo en una moción de NC derivada de una interpelación a Baltar que incluía un botiquín de remedios para la “deteriorada” sanidad pública. Clavijo se desplazaba por los pasillos del hospital con un andador. Suspiraba por unas muletas. Antona se las ofreció a cambio de un alivio fiscal. El acuerdo se limitó a la responsabilidad presupuestaria.

El yacimiento de telurio vertió un manto de ilusión sobre un mar de microalgas.

Visita a las tropas desplegadas en el Líbano y gestión de las RUP
Fernando Clavijo, en l Líbano. / DIARIO DE AVISOS
En el plano internacional, Fernando Clavijo visitó en agosto a las tropas españolas desplegadas en el Líbano -dicen que para buscar refuerzos- y en octubre recibió en la Guayana el testigo de la presidencia de la Conferencia de las ultraperiféricas.

 

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