despuÉs del parÉntesis

Independencia

Ya que estamos en ello, La Cruz Santa podría obtener la independencia que ha mucho tiempo le ha pedido a Los Realejos. Así que ella, Tejina, Tegueste… tienen razón, como el puerto de La Orotava (hoy Puerto de la Cruz) o el de La Laguna (hoy Santa Cruz de Tenerife). Modelo en sustento, pues: Las Palmas de G.C. y su soberanía, es decir, Estado Libre Asociado de España, de la Gran Bretaña o de Marruecos, que ya se verá. Como se verá lo de Tabarnia en Cataluña. Incluso Andalucía podrá recuperar su pasado arábigo. (El País Vasco va a tener problemas, a no ser que Francia vuelva al sendero de los justos.)

¿A dónde llegar? El asunto tiene historia, por eso el proceso aludido ayuda a comprender. A Europa, por ejemplo. Se explicaría lo que ocurre con Rusia respecto a Osetia o a Ucrania. La apropiación de territorios ajenos tuvo un plácet extraordinario para el Viejo Continente, tanto que Marco Polo, en su Libro de las Maravillas, lo dictó: el único Dios verdadero. El llamado indecorosamente así, Viejo Continente, ha sabido usar como nadie la exclusión. Por eso eran bárbaros los que no hablaban el idioma central, los blancos puros sometieron a los negros sucios y después los infieles se convirtieron en salvajes y caníbales para nombrar Nuevo Mundo a lo que ya existía pero que no quisieron descubrir. En los territorios a los que dio paso Colón, las civilizaciones que allí se encontraban no tuvieron sostén, la impresionante civilización maya, o la azteca, o la inca, por citar a las más conocidas. Así que luego de semejante fusta, cada uno a su rincón: Cuba, México, EE.UU., etc. Ocupar era el signo contra lo que oponer la rebelión.

Porque las fronteras no eran permeables. Lo que Europa inventó es eso: frontera-conflicto. ¿Aún queda? El Parlamento Europeo se pronunció sobre la inmigración; lo expuesto lo llevan a cabo sin merma gobiernos como el húngaro o el polaco. De manera que uno mira el mundo y lo encuentra dislocado; de la parte de acá los justos, de la parte de allá los turcos. Unidad (euro y…) desde los nacionalismos, es decir, con la diferencia como estigma. Se proclama el desprecio o el repudio, no el encuentro y la verificación de las identidades.

La justa Europa siempre ha tenido razones para trazar sobre el papel muestras de su capacidad. Ahora se queja de que los rusos le aprieten en los fondos con mano dura o que los catalanes se pongan tontos gracias a los votos. La Cruz Santa y Tejina, pues, incluidas; no van a ser menos.

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