sobre el volcán

Melo y la Memoria

Pocos meses han separado la marcha de Alfredo Mederos y Melo Pérez Díaz, que nos acaba de dejar. Dos nombres que han quedado unidos para siempre en mi memoria y en la Memoria Histórica de La Palma. Científico y poeta, ambos jugaron un papel determinante en el rescate de la dignidad de las víctimas de la barbarie ocurrida durante la represión franquista en la Isla. Uno por sus sesudos estudios, con el rigor del químico y la sensibilidad del hombre de bien que no comulga con el olvido ni la indiferencia. El otro porque su testimonio fue determinante para hallar la fosa del Pino del Consuelo.

La memoria y valentía de Melo, al contar lo que le había narrado su abuelo sobre los macabros sucesos que ocurrieron por aquellos caminos que unían Montes de Luna con Fuencaliente, cuando solo era un niño, condujo a un grupo de familiares a encontrar los restos de un grupo de personas desaparecidas en el inicio de la contienda de 1936. Valentía porque pese a la consolidación de la democracia, el miedo que inoculó la dictadura franquista en la sociedad todavía da coletazos.

Puedo adivinar la indignación de Alfredo ante decisiones como la del Gobierno de España de no afrontar los gastos de la búsqueda y exhumación de las miles de personas que aún permanecen tiradas en las cunetas. Y la tristeza e incomprensión del poeta. La ley que tramita Canarias sí prevé que se haga con fondos públicos. Habrá que confiar que se dote con los recursos necesarios y no sea un mero brindis al sol.

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