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Yo pasmo

Cuando Franco, los parlamentarios no cobraban nada sino los billetes de avión o tren y alguna dieta

Cuando Franco, los parlamentarios no cobraban nada sino los billetes de avión o tren y alguna dieta. Es decir, que Pedro Sánchez, que ha propuesto que los diputados y senadores no vean aumentados sus emolumentos sino en la proporción de los sueldos de los jubiletas -un 0,25%-, es menos parco que el Invicto, que vivía con poco, porque no gastaba nada. Claro que a doña Carmen le regalaban las perlas los joyeros de Madrid, alguno de los cuales cerraba cuando la señora anunciaba su visita. Don Ramón Gil-Roldán les regalaba puros a los conserjes del Congreso. Cuando le preguntaban por qué, respondía: “Es que uno de estos puede ser gobernador civil de Santa Cruz de Tenerife en cualquier momento”. Arteaga Padrón, años después, hacía lo propio: llenaba el Congreso de puros. Arteaga era el rey del sindicato vertical, que funcionaba igual de subvencionado que los sindicatos actuales, en los que sus jefes se hartan de mariscos a la sordina. El argentino de Podemos, ese que se traslada en silla de ruedas, va más lejos y dice que tendrían que bajar los sueldos de los políticos y adaptarlos a los de la calle. Qué bien, pero entonces no le alcanzaría para pagar la Seguridad Social de su criado, como ya le ocurrió una vez y lo trincaron con el culo al aire. Aquí cada uno hace la demagogia que puede. La derecha, eso sí, se mantiene firme. Subirán los suyos, como siempre. Mientras, los viejos carruchos han tomado la calle, con riesgo de pulmonía, para reclamar más perras. Rajoy es como el muro de un frontón; no cede. Y, la verdad, todo el mundo anda tenso, sobre todo por la falta de perras. Aunque de los cuatro mil euracos -los presidentes de comisiones ganan mucho más- de un diputado o un senador a los seiscientos de un jubileta, échese usted a correr. Yo pasmo.

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