Nuestra reina republicana, Letizia Ortiz, la armó frente al frontispicio -como hubiera dicho Luis Mardones- de la catedral de Palma de Mallorca. Lo sabe todo el mundo mundial, no hace falta contarlo otra vez. Me recibe en Marivent.
-Su majestad bailó delante de su suegra, para que la foto saliera velada, ¿o no? ¿O fue quizá porque le gusta el meneo?
“A las reinas también se nos va la olla”.
-¿Le reprendió su augusto marido?
“En casa mandamos las mujeres”.
-¿Y no teme quedar marcada para los restos. La monarquía no perdona.
“Ya le veo a usted influenciado por Chantal Miller, que me tiene envidia”.
-Se ha echado usted encima a los monárquicos, God save the Queen.
“Caben en un taxi”.
-¿En el de su abuelo -paz descanse- de usted?
“En ese o en el de Mujeres al borde de un ataque de nervios”.
-¿Pudo ya alojar a su madre en el complejo de La Zarzuela?
“No encuentro piso. Todo es del Patrimonio Nacional y está cerrado en banda”.
-Señora, ¿es consciente de que ha metido usted el remo hasta el fondo?
“Bueno, yo soy la reina de España”.
-¿O es sólo la mujer del rey?
“¿Y no es lo mismo, zoquete?”.
-Con la preocupación que debe tener don Felipe con Cataluña, ¿este desplante a su madre lo va a estresar más?
“Mire usted, mi suegra es un encanto. Lo que pasa es que agobia un poco a las niñas. Y en cuanto a mi marido, déjemelo a mí”.
-Doña Sofía agobia un poco a las infantas, cuando se las dejan ver, que es poco. ¿No?
“No, lo suficiente; mi abuela Menchu nunca me ha agobiado a mí”.
-Me ha dicho Inma Aguilar, la gurú de Coalición Canaria y amiga suya, que usted está consternada por lo ocurrido aquí, en Palma.
“La que tiene que estar consternada es Coalición Canaria, me ha dicho a mí su misma gurú”.
-¿Es usted nuestra primera reina republicana?
“Yo creo que Isabel II de España era también un poquito republicana; se me adelantó la jodida”.
-¿Se le caerá la zeta a Letizia cuando los monárquicos saquen los estandartes?
“No creo que la sangre azul llegue al río. Es que esa mañana me desperté como enfoguetada; ya le he pedido perdón a los reyes eméritos, mis súbditos”.
-¿Es verdad que una vez discutió tanto con su marido en la carretera que éste pidió a los escoltas que pararan y se cambió de coche?
“Un mal día lo tiene cualquiera”.
-¿Ha leído el libro El amor de Penny Robinson, escrito -y muy bien escrito- por su primer marido, Alonso Guerrero?
“Yo sólo veo los documentales de la BBC, como el fiscal Fungairiño”.
-¿Tendremos culebrón para rato con lo de la catedral, en este país de porteras y de puigdemones?
“Ay, pues me da que sí”.
-¿Qué le ha dicho el rey emérito?
“¿Por qué no te callas?”.
-Joder, majestad, vaya indirecta.
“Yo lo mandé a auxiliar a los elefantes que sufrieron el accidente de tráfico no sé dónde”.
-Pues bonita batalla de flores.
“Es lo que tenemos los plebeyos, que no nos cortamos un pelo”.
-Ay, mi madre.