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Ridículo

Muchos lectores me piden que no escriba sobre política, pero en este país de idiotas, de mediocres y de irresponsables puede pasar cualquier cosa. Incluso pergeñar una moción de censura para que no sea apoyada por la mayoría necesaria, como ha hecho Pedro Sánchez. El PSOE -en las encuestas permanece estancado- con este hombre no puede ser jamás primer partido de España, como antañazo. No da una y, además, es una persona de la que el rival no se puede fiar. Imprevisible. Su postura ha conseguido dos cosas: que la Bolsa española pegue un bajón y que la prima de riesgo se duplique. Es decir, que su iniciativa, sabiendo que no la va a sacar adelante, va contra el país. Y, lo que es peor, el PSOE no pone remedio a la estupidez de su presunto líder. Yo estoy de acuerdo en que Rajoy, y posiblemente este PP, están amortizados, pero Sánchez no tiene el don de la oportunidad, ni de la prudencia, y es capaz de aliarse con los comunistas de Podemos -comunistas de pacotilla- y con los independentistas catalanes para derrotar al PP, al parecer, y según los primeros números, con escaso éxito. Parece como si Sánchez quisiera ser, otra vez, reina por un día y asaltar la Moncloa para pernoctar allí una sola noche. Aboca a su partido a una locura y firma su sentencia de muerte política, porque si fracasa en la moción de censura el PSOE irá a menos hasta convertirse en nada. Sánchez es un fatuo y uno pensó en que había aprendido algo. Churchill dijo: “Aquellos que nunca cambian de opinión nunca cambian nada”. Este sigue pensando en que “no es no” y le tiene tanta inquina a Rajoy que para derribarlo no duda en hacer el ridículo. Un chiquito que, además, maneja mal los “tempos”.

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