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José Padilla: “No logro entender por qué, como canario, me cuesta estrenar una obra en mi tierra”

José Padilla (Santa Cruz de Tenerife, 1976) es uno de los dramaturgos más destacados en el panorama teatral español y ahora está triunfando con su obra 'Las crónicas de Peter Sanchidrián'
José Padilla. | Pati Díaz Rincón

José Padilla (Santa Cruz de Tenerife, 1976) es uno de los dramaturgos más destacados en el panorama teatral español. Ganador del último Almagro Off y del Premio Ojo Crítico en 2013 por “el riesgo de sus propuestas dramáticas, su capacidad para provocar muy distintas emociones en el espectador con sus textos y sus inteligentes adaptaciones de los clásicos”, se está llevando todos los elogios de la crítica especializada por su última obra, Las crónicas de Peter Sanchidrián, una original comedia con tintes de ciencia ficción protagonizada por Juan Vinuesa y María Hervás, que acaba su andadura en el Teatro Kamikaze de Madrid el día 28. La capital está rendida a sus pies, pero este chicharrero espera poder traer a su Teatro Guimerá, ese que le vio crecer, su último éxito en las tablas.

Las crónicas de Peter Sanchidrián es un género poco común en teatro: comedia más ciencia ficción. ¿Cómo surgió esa mezcla?

“Básicamente, tiene que ver mucho con mis gustos personales sobre el género. Me gusta mucho desde bien chico la ciencia ficción y la fantasía, y es verdad que había oído muchas veces que eso en teatro no se puede hacer. La idea es algo tan prosaico como querer contar algo desde mí. Mis autores preferidos, cuando dan en la diana, es con temas que a ellos les gusta mucho contar, así que yo probé a jugar a lo mismo y de ahí nace el género de Las crónicas”.

-Y a pesar de eso, está cosechando críticas muy buenas. ¿Le ha sorprendido?

“Sí, porque cuando lo estrenamos no teníamos ni idea. A toro pasado todo es fácil, pero cuando la estrenamos, es una propuesta tan particular que no sabía cómo se iba a recibir. Estaba completamente agradecido porque el Pavón apostara por un proyecto tan personal, pero no tenía ni la más remota idea de cómo el público iba a digerir lo que estábamos compartiendo. Para nuestra sorpresa, la respuesta ha sido completamente positiva. Se resalta la comedia, pero la gente también está viendo el componente trágico que hay detrás de toda la historia, y esa era la idea. No sabíamos que iba a llegar tanto, pero por fortuna ha ocurrido”.

-La obra la han definido como “puro entretenimiento”, pero ¿tiene algún mensaje oculto?

“No me gusta utilizar mis obras para dar mensajes, pero la comedia es un vehículo muy eficaz para contar historias. Esta obra no es solo entretenimiento. Detrás de la historia que estamos contando, y esto es algo que las críticas subrayan mucho, hay algo más profundo que lo que parece que te estamos contando en ese momento. La gente se lo lleva y está muy bien”.

-De usted destacan que tiene una mirada muy personal, particular, no solo con sus obras, sino también con sus adaptaciones. ¿Cómo la definiría usted?

“Esta es la pregunta más difícil que me ha hecho (risas). Procuro hacer las adaptaciones mías. Lo único que yo puedo aportar al teatro, un maravilloso lugar donde está todo contado desde hace 30 siglos, soy yo. Lo que es inédito soy yo. Procuro plasmar de algún modo mi visión, mi devenir, llámelo como quiera. Trato de hacer mía la historia que estoy contando y compartirla con el público. Y cada vez tengo menos pudor en hacerlo. Hace años no hubiera escrito Las crónicas porque me hubiera cortado, porque pensaba que esto no se puede hacer en teatro. No la hubiera ni propuesto. Pero uno con el tiempo, además de adquirir cosas, va deshaciéndose de otras y poco a poco me dejo a mí mismo ser, en las obras y en las adaptaciones”.

-Comenzó estudiando interpretación y ha terminado dirigiendo en el Teatro del Arte de Moscú, estrenando su adaptación de Enrique VIII, de William Shakespeare, en The Globe, en Londres. ¿Cómo lo vivió?

“Para mí estrenar en el Teatro del Arte de Moscú, que es donde surge toda la base de mi formación actoral en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (Resad), donde nació el método Stanislavski, que es la forma de interpretar del mundo occidental tal cual la entendemos hoy en día, es increíble. De repente verte allí dirigiendo, es como ¿esto pasó? Tiene como una dimensión mayor, como si de algún modo el propio devenir de la vida y de uno buscando su lugar tuviera sentido. Como si te dijeran que las cosas van por el camino por donde tienen que ir. Estrenar allí, en el Teatro María Guerrero o en el Teatro Guimerá te indican que estás yendo por el camino correcto y que no te puedes despistar. Creo que esa es la mayor conclusión de estar en estos lugares increíbles y maravillosos. Es como el retorno que me da el recorrido y trabajo que he hecho, tremendamente grato”.

-Como canario, entiendo que le gustaría estrenar sus obras en las Islas, en casa. ¿Aterrizará Las crónicas de Peter Sanchidrián en Tenerife?

“Pues no lo sé. A día de hoy no puedo dar una respuesta ni positiva ni negativa. Me llama mucho la atención el nivel de acogida tanto de crítica como de público, que está siendo tremendo. Y no solo en Madrid, ahora, por ejemplo, me voy por segunda vez a hacer la obra a Francia. Cuando se presentó la primera vez allí, en Normandía pensé ¿qué hago aquí y en mi tierra esto ni se conoce? Y es muy raro. El otro día le contaba a un compañero que yo estrené antes en Moscú que en el Guimerá. Que está a 500 metros literales de mi casa. Ese tipo de cosas se me escapan porque es raro. Hablo con otros compañeros y compañeras dramaturgos en Madrid, que si algo tiene esta ciudad es que nadie es de aquí, y es cierto que cada lugar tiene sus particularidades, pero lo que ocurre con Canarias me cuesta encontrarlo. No logro adivinar los porqués. Es como si el mar y y la distancia fueran reales, a pesar de que con internet eso ya no existe. Hace 30 años era evidente que era complicado que las noticias llegaran, pero es como si siguiéramos ahí. Y con esta eclosión de críticas y éxito con Las crónicas, ¿cómo es posible que en mi tierra esto no tenga repercusión? Es cierto que ahora me estás entrevistando, que han salido publicados algunos artículos en un par de periódicos de allí, pero no se ha filtrado a las instituciones de Canarias, que son las que tienen la potestad para llevar este tipo de productos a la tierra. Espero que cambie con el tiempo”.

-Los artistas canarios tienen que irse a la Península para tener una buena formación y a veces parece que cuesta reconocer sus triunfos en su tierra.

“A lo mejor es hora de que lo cambiemos. Tanto que hablamos de lo nuestro y de repente estas cosas están pasando, estas buenas críticas, y no se les presta atención. Ahora mismo hay muchos movimientos a nivel político que defienden a ultranza lo propio, que yo soy contrario a ese tipo de pensamiento, pero entre eso o directamente ignorarlo, tiene que haber un punto medio. Y yo no sé cuál es la fórmula. Supongo que cambiará con el tiempo, pero no le sé decir cuándo ni cómo. Las crónicas de Peter Sanchidrián está siendo resaltada por los medios de comunicación más importantes del país, pero no sé qué más tengo que hacer para poder representarla en Tenerife. Que en Francia se vaya a hacer por segunda vez y que en Canarias ni se conozca…”.

-En julio estrena Dados en Teatros del Canal, en Madrid. ¿Nos puede contar de qué trata la obra?

“Dados forma parte de una trilogía de la productora Ventrículo Veloz que lleva existiendo desde hace dos años y he tenido la suerte de escribir. Las obras son Papel, que trata sobre el bullying, Por la boca, de los trastornos de la alimentación, y Dados, sobre la identidad de género, sobre todo el mundo trans. Tienen la particularidad de que, si bien están dirigidas al público en general, intentan captar la atención de los más jóvenes, los adolescentes y veinteañeros. Para mí Dados ha sido una revelación tremenda. Hemos hecho una muestra en el Teatro Pavón, antes de que se vaya a estrenar en los Teatros del Canal, y la respuesta fue, con perdón, acojonante. A mí me sorprendió y apabulló. Si Dados se puede resumir en algo es en que simplemente estamos compartiendo realidades cotidianas con personas que hemos decidido, a nivel social, ignorar e incluso estigmatizar. Date cuenta de que convivimos con personas que no son en absoluto lesivas para ti, pero las estás estigmatizando e incluso propiciando, si nos vamos a un extremo, casos de muertes. La obra pone el ojo sobre eso, porque es algo evitable. Yo espero con esta obra, con el simple hecho de que haga reflexionar, aportar un mínimo grano de arena para que esas cosas no ocurran. Además, coincide en Madrid con la semana del Orgullo y es fabuloso tener esta obra en esas fechas”.

– De hecho, este año el Orgullo está centrado en la visibilidad trans.

“Sí, dentro del colectivo LGTBI es a la que menos atención se ha prestado y ya es hora de que esto empiece a cambiar y dar prioridad a estas realidades. Para mí ha sido muy revelador. Desde luego es un mundo del que me queda todo por aprender. Si todo ese gran paraguas trans tiene 100 realidades, yo sé dos, pero ya sé más de lo que sabía antes de escribir esta obra. Y lo que me ha dado es ganas de conocer más y quitarme prejuicios. Es que es un tema que te abre mucho la cabeza. Te cambia ideas y conceptos que tú tienes super sólidos y no lo son. Todo está sustentado sobre mentiras y prejuicios, y claro, empezar a decodificar y deconstruir…es complicado”.

-Hace un tiempo afirmó que la vida cultural de un país habla también de su salud mental. ¿Cómo estamos de salud en estos momentos?

“Bueno, el tiempo está bien (risas). Yo creo que quiero pensar que vamos a mejor o que iremos a mejor, porque hemos salido de un período de cierta oscuridad en lo que a la cultura se refiere. De cierto señalamiento por parte de según qué sectores políticos y de poder que se han ensañado con la cultura. De alguna manera, además, es como pegarse un tiro en el pie. Lo mires por donde lo mires, la cultura es industria, ergo es negocio. No seas tonto y úsala. De verdad, nos construimos un país peor si no entendemos que la cultura es patrimonio y, sobre todo, patrimonio que construye un terreno fértil para crecer. Y no solo no se le ha prestado atención, sino que además se la ha dañado, además con saña, y me da mucha pena. Yo quiero pensar que esto va a cambiar, pero tenemos mucho trabajo que hacer. Nos tenemos que dar cuenta de que necesitamos a la industria cultural para avanzar como país, no solo culturalmente, sino también en otros sectores. La cultura es educación y la una va unida a la otra, y sin eso mal vamos, porque estamos hablando del futuro y más nos vale construirlo, porque es que, si no, lo que nos viene no va a ser nada halagüeño”.

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