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Tengo un problema

Dicen mis propios sondeos que tengo un problema. Si hablo de Carlos Alonso, no me lee nadie

Dicen mis propios sondeos que tengo un problema. Si hablo de Carlos Alonso, no me lee nadie. ¿Por qué? Pues porque el personaje no vende un carajo, está políticamente desacreditado y hasta Melchior le está escribiendo un libro para ponerlo de chupa de dómine; a él, que fue su alumno predilecto. Hay hijos que se les suben a las partes a los padres y este Alonso es uno de ellos. Melchior fue su mentor y ahora tiene que reunir a los alcaldes de CC para anunciarles, en un almuerzo, que va a escribir sus memorias y que no va a salir muy bien parado el inquilino actual de su antiguo despacho del Cabildo. Además, Alonso ha acusado a este periódico de hacer negocio con las putas, publicando sus anuncios. Como si ser puta no fuera una dignísima profesión. Entonces tampoco podrían anunciarse los especialistas en venéreas ni las casas de lenocinio disfrazadas de discotecas. Este Carlos Alonso ha perdido los papeles; por eso Melchior lo va a agraviar con unas memorias que cuentan lo que pasó, incluidas sus traiciones al viejo rockero. Carlos Alonso tiene un mechón de pelo parecido al de la Piquer, que se le cae desde la frente al entrecejo cuando se olvida de pelarse. Se cree que ha inventado la política y que es más inteligente que nadie, cuando resulta que sus carencias –vamos a llamarlas estructurales- son evidentes. No hablemos de sus carencias filosóficas. En cuanto a sus carencias en la gestión, ya el otro día le lancé un memorial de agravios. No me ha contestado, ni lo hará. Está acojonado porque en CC lo creen un advenedizo y en el PP, sencillamente, no lo quieren, porque ya estuvo y se fue. Le queda Bruselas y que el Maneken Pis le mee en el rizo, si va por allí sin paraguas. Carlos, ríndete.

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