santa cruz

Estampitas, promesas y hasta eucalipto blanco para la Patrona

Cientos de personas acompañaron a la Virgen de Candelaria en la procesión desde la Iglesia de la Concepción hasta La Alameda de Santa Elena, hasta que apareció la lluvia

Cientos de personas, quizás menos de lo esperado por los organizadores, se dieron cita ayer en la última jornada de la Virgen de Candelaria en la capital tinerfeña, antes de partir esta mañana hacia La Laguna, donde pasará la segunda semana lejos de su morada de la Villa Mariana.

Peregrinos, devotos y voluntarios, muchos voluntarios con sus camisas amarillas, se agolparon sobre las seis de la tarde en la iglesia de la Concepción, la casa santacrucera de la Patrona durante su estancia que se se prolongó por una noche más, al tener que regresar a ella tras un palo de agua caído justo cuando concluía la homilía del obispo Bernardo Álvarez en el escenario montado en la Alameda de Santa Elena, donde se agolpaba la gente, casi toda mayor, con acopio de paraguas ante la lluvia que comenzó juguetona y terminó empapando. Nadie lo hubiera dicho minutos antes, cuando la imagen luciendo un espectacular manto violeta -todos se quedaron encantados con el diseño- salió pasada las seis y media de la tarde por una de las puertas laterales de la Concepción, cuando el cielo parecía abrirse para dejar pasar los últimos rayos de sol y las campanas anunciaban, junto al incienso, la salida de María Madre de procesión por las calles de Santa Cruz. ¡Viva la Virgen de Candelaria! ¡Viva La Morenita! gritaron sin excesivo seguimiento los más devotos, quizás porque sus gritos se confundían entre el repique de campanas y las notas musicales de Banda Municipal Música.

Y lo hizo con más rapidez de la prevista, quizás porque hubo en el recorrido menos gente de la esperada, aunque la misa no comenzó hasta las ocho como estaba programada.

Una procesión seguida por muchas personas mayores, algunos incluso con bastones o en sillas de rueda, y algunos niños, pero los menos, ni quisiera entre los voluntarios, una preocupante tendencia en la actual Iglesia Católica.

Como siempre, como ocurre a diario en la Basílica de Candelaria, la presencia de la Patrona reactiva la pequeña economía, y a los habituales loteros y floristas que habitan en los alrededores de las iglesias, ayer se sumaron ocasionales vendedores ambulantes de rosarios, estampitas y hasta tejas pintadas, sin olvidar aquellos que te piden un euro para tomar un tranvía a ninguna parte.

Las promesas tampoco faltan en una cita de tal significado religioso, como la que pidió Vicente Alonso Pérez -un cabrero que mañana no podrá estar con la Virgen “porque tengo que atender a las cabritas que están preñadas” – a través del pago de una promesa con gran manojo de eucalipto blanco para poner a los pies de la Patrona para que “nos traiga suerte, paz y para que los políticos den trabajo y roben menos”.

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