“No me molesta que me pregunten por la lesión. Al fin y al cabo, es la realidad que vivo en el día a día. Es mi reto, e igual así puedo ayudar de alguna forma a las personas que estén pasando lo mismo”, dice Nico Richotti mientras sonríe, restando importancia al calvario que recorre desde hace meses y del que afronta la fase final. Han habido recaídas, días muy duros y necesidad de desconexión del baloncesto, pero el optimismo siempre se mantuvo. Esa es la clave.
El argentino avisa: “No tengo fecha de regreso a las pistas”. Lo hace, fundamentalmente, para “no caer en frustraciones” como reconoce. Nico habla de sus lesiones sin dramatismo, afrontándolo como un proceso, a veces, demasiado presente en la vida del deportista de élite, aunque espera regresar “en cuatro o cinco semanas”.
Para un apasionado del baloncesto como él, uno de los factores importantes para poder sobrellevar su lesión fue, precisamente, alejarse “un poco” del balón naranja: “Desde el primer momento supe que estaría fuera mucho tiempo y decidí que debía desconectar un poco del básket. Dejé de consumirlo tanto como hago habitualmente, que veo Liga Endesa, NBA y Euroliga, siguiendo solo al Canarias y a mis compañeros. Si no, todo sería mucho más duro”.
Esa decisión funcionó: “Soy un enamorado de este deporte. Habría sido un poco tortura si hubiera seguido con ello durante toda la lesión, porque verlo y no poder jugarlo… Me sucedía, incluso, solo con ver a mis compañeros entrenando, o cuando pasaban alguna dificultad en algunos partidos y yo no podía ayudar. Era durísimo”.
Su innegociable optimismo ayudó. También lo hizo el hecho de haber sufrido lesiones con anterioridad porque “aprendes mucho” de las mismas, por lo que, una vez intervenido de su rodilla, comenzó a ver el vaso medio lleno: “A partir de la operación la motivación de ver la mejoría del día a día me hizo crecer las ganas de seguir trabajando. Es complicado, pero aprendes mucho”.
El ánimo
Los momentos de duda, por supuesto, llegaron. El escolta sufrió “recaídas” que supusieron alargar el tiempo de regreso a las pistas: “Fue en lo físico, pero eso influyó en lo anímico. Sobre todo la última vez. Me embajoné un poco, aunque creo que mentalmente supe llevarlo bien. He sido lo más positivo posible dada la situación. Eso ayuda mucho”.
Pero la última no fue una más. Rotura de ligamento cruzado anterior y del ligamento colateral interno de su rodilla derecha, con fractura no desplazada de la meseta tibial posterior, rezaba el parte médico hecho público el pasado 19 de enero. Cuando algunas voces dijeron que con ese diagnóstico muchos deportistas abandonan la élite, él dijo que era “una raya más para un tigre” buscando, no solo animarse, sino tranquilizar al entorno: “Al ser una lesión mucho más larga te encuentras ante una experiencia nueva, pero eres consciente de que es una dolencia grave, aunque no de las peores. Buscas comparaciones con otros jugadores que han sufrido lo mismo y han salido adelante”.
El domingo, con la sufrida por Tomasz Gielo, tocó revivir la desgracia, pensando, desde el primer instante, cómo ayudar a su compañero: “Era como volver atrás, recordando cuando estás en el piso, cuando te llevan en camilla… Le ofrecí mi apoyo, le di mi opinión. Es una lesión diferente, pero la misma situación.