el charco hondo

Black monday

La última versión de Pedro Sánchez ha dado a luz algo que muchas voces han descrito como un globo sonda, y no, o como otra improvisación, y tampoco

La última versión de Pedro Sánchez ha dado a luz algo que muchas voces han descrito como un globo sonda, y no, o como otra improvisación, y tampoco. Cuando el presidente y su secretario de organización dejan caer, y les pasa así, de esa manera, la posibilidad de que las elecciones generales coincidan con las autonómicas y locales, así, sin apenas pretenderlo o darse cuenta, fíjate tú, vaya por dios, lo que hay detrás de esa falsa improvisación es un movimiento cinematográficamente guionizado, coreográfico. No se les ha escapado, no. Sánchez ha lanzado un aviso a navegantes, y de libro. No ha sido un globo sonda, qué va, lo suyo, debidamente cubierto por su ministro, dibuja una amenaza-sonda que puede encontrarse en cualquier catálogo de los centros comerciales. Se sabe asfixiado por el contexto, desbordado. Es consciente el presidente de que la realidad desmiente sus cálculos y análisis, elementos que se resumen en su convencimiento de que puede gobernarse con ochenta y cuatro escaños. Y no. De ahí que haya tirado de comodín, escenificando a dos voces una bengala orquestada. El anuncio de anticipo electoral, barruntando la posibilidad de un superdomingo, esconde el mensaje real: como sigan tocándome los pies, le endilgo las generales a alcaldes y presidentes autonómicos -quiso decir; así, o parecido-. ¿Y en Canarias? El domingo que propone Sánchez como órdago final contaminaría los resultados, y sería Coalición la que más expuesta quedaría, el partido que más tiene que perder (podría CC precipitar las autonómicas, pero las municipales no se pueden rodar ni con el recién estrenado Estatuto). Huele a que lejos de haber tomado una decisión, Sánchez ha jugado a asustar con un amago que no piensa rematar; pero si lo hace, si hay superdomingo, el tornado de una campaña nacional (con PSOE, PP, Ciudadanos y Podemos en papeles protagonistas) arrinconaría a Coalición, arrebatándole el espacio central del escenario, privándolos de la centralidad de la campaña electoral. Cierto es que los alcaldes tiran mucho, pero no lo suficiente como para frenar el ciclón del espectáculo que otros patrocinarían. No habrá superdomingo, no lo hará, pero si llegara a ocurrir tiene Coalición muchos números para despertar al día siguiente de la jornada electoral a un black monday imprevisible.

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