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Humboldt y su tiempo

Humboldt, Alexander (1769-1859), a la muerte de su madre Elisabeth en 1796, decidió dar nuevo rumbo a su vida. Con 27 años, formación enciclopédica y jefe de Minas de Prusia, en Berlín. Es el Siglo de las Luces y la Ilustración. Ya en 1787 con la Constitución Americana, en la era contemporánea. En 1790 visitó, con Georg Forster, que estuvo en el segundo viaje de Cook, los Países Bajos, Inglaterra y el París revolucionario. Desde París y Marsella llegó a la corte de Carlos IV en Aranjuez, con el botánico francés Aimé Bonpland, donde obtuvo los pasaportes para las colonias españolas de América. Embarcó en La Coruña, en el Pizarro, el 5 de junio de 1799, regresando a Burdeos en 1804, seis años después.

Humboldt ya había trazado el objetivo de su expedición: “Descubrir cómo interactúan entre sí las fuerzas de la naturaleza y cómo influye el ambiente geográfico en la vida animal y vegetal”. Desembarcó en el puerto de Santa Cruz de Tenerife el 19 de junio de 1799 y reembarcó el 25. Venían escondiéndose de la flota inglesa. Estamos en la guerra angloespañola (1796-1802), con la escuadra española bloqueada en Cádiz. Ya en 1797, Nelson fue derrotado en Santa Cruz, dos años antes de la llegada de Humboldt.

Humboldt, venía provisto de la tecnología de la época. Sextantes, cuadrantes, balanzas, brújulas, telescopios, microscopios, higrómetros, barómetros, cronómetros, cianómetros, eudiómetros, termómetros, magnetómetros, botellas de Leyden, niveles, con los que iba anotando sus incansables experimentos. En el Jardín de Aclimatación de La Orotava, organizado con la sistemática de Linneo. Visitó el Drago de Franchy en todo su esplendor. Del cual publicaría en Vues des Cordillères en 1810, el grabado de D’Ozone. Midió el Teide y señaló como medida más acertada la realizada por Borda y Feuillée de 3.713 metros, en 1776. Subió al Teide y descendió al cráter y cueva del hielo.

Humboldt, 41 días después de La Coruña, con cinco en Tenerife, llegó a Cumaná, Nueva Granada, hoy Venezuela, el 16 de julio de 1799. Navegó el Casiquiare, que une el Amazonas con el Orinoco, a través del Río Negro, donde se localizaba la misión de San Carlos, frontera con Brasil. La visita en Bogotá con Juan Celestino Mutis (1732-1808) en 1802, biólogo discípulo de Linneo, con su colección de 20.000 plantas y 3.000 láminas dibujadas. En Perú, ascendió cerca de Quito al Chimborazo (6.310 metros), que lo dejó a 300 metros de la cima, considerada entonces la más alta de la Tierra. Desde Lima navegó a Acapulco, visitó México y embarcó en Veracruz para La Habana en 1804. Desde aquí en el viaje de tornavuelta hasta Filadelfia, visitó Washington y salió para Burdeos, donde llegó en agosto de 1804. En 45 bultos trajo 60.000 plantas, con 6.300 por clasificar. Recibido como héroe en París, donde le habían dado por muerto. Publicó 34 volúmenes de los Viajes de Humboldt y Bonpland y, al final de su vida, los 5 volúmenes de Cosmos.

Humboldt, vivió 90 años, cuando la vida media era inferior a 50. Vivió con cuatro reyes de Prusia,donde fue amigo de Federico Guillermo III, conoció en Washington en 1804 a Tomas Jefferson, a Simón Bolívar con 20 años en París y Roma en 1804 y 1805, a Napoleón ya emperador en 1804, a Nicolás I de Rusia en 1827 en San Petersburgo y a Victoria de Inglaterra en 1842. Se considera a Humboldt el padre de la ecología. Ya desde 1860 George Marsh, en Man and Nature, siguiendo sus trabajos, inició los movimientos conservacionistas de América. Traslada su influencia a la Primavera Silenciosa (1962), de Raquel Carson, y a la Teoría de Gaia, de James Lovelock (1979). Adelantado en su ideario filosófico, que incluía la universalidad del conocimiento, el respeto a todas las culturas, la libertad del hombre, los derechos humanos y la democracia.

Hoy no hemos superado su tiempo. Charles Darwin, uno de sus admiradores, publicó el año de su muerte El Origen de las Especies. Hasta en la luna tiene un mar. Razón y luces.

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