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La identidad canaria

Defiendo la lógica como método, la necesidad de sostener el desarrollo en infraestructuras públicas inteligentes y pido que la funcionalidad de las administraciones se adapte a nuestras necesidades

Defiendo la lógica como método, la necesidad de sostener el desarrollo en infraestructuras públicas inteligentes y pido que la funcionalidad de las administraciones se adapte a nuestras necesidades. En el discurso de la identidad canaria, carecemos de un auténtico sentimiento regional, sustanciado en valores compartidos, morales, socioeconómicos y culturales. Somos una cultura europea trasladada, con proyección histórica americana y hoy con expectativas africanas. La isla- región y nuestra personalidad aislada- cosmopolita centran el discurso. El fenómeno de la transculturación canaria y sus mestizajes, se traslada a nuestras identidades. Como hemos visto en la peregrinación y títulos de Chaxiraxi, Candelaria.

Lo comprobamos en el Patrimonio, entendido como proceso histórico y dinámico a través del cual proyectamos la cultura. Su encaje precisa de una estrategia, para definir lo que queremos, de un plan de acción, para aplicar los medios personales y económicos, y de la ley para dotarlos de cobertura jurídica y técnica. En Canarias solemos agotar los esfuerzos con las leyes, sin que en paralelo la técnica, la economía y la estrategia se desplieguen. Tampoco lo hacen quienes, ajenos a la Declaración 2010 de la Organización Mundial de Ciudades, no incorporan en el desarrollo sostenible la cultura, junto a la economía, la sociedad y el medio ambiente. Canarias ha sufrido desde los años 60 uno de los procesos de cambio más acelerados de nuestro tiempo. Hemos cambiado de economía, pero no de mente. Cambiamos en 1991 la adhesión con Europa, primando aislamiento y subvención.

La presentación del libro de José Farrujia Identidad canaria, sobre patrimonio arqueológico y su gestión, ofrece reflexiones. Claro está que el respeto al pasado marca la distancia ética de cualquier cultura. Nos aportan conocimiento, pertenencia y sentido crítico. Nuestra sociedad conquistadora diluyó la cultura animista amazigh, con 3.000 años en Canarias, integrando prácticas culturales y mágico-religiosas, bajo el catolicismo. Las propuestas administrativas y centralizadoras del libro, en patrimonio y suelo, no están, en cambio, actualizadas.

Canarias se lía cuando traslada la cultura al mundo administrativo. Desconoce el principio de subsidiaridad, que obliga a asignar competencias a una administración, la más cercana. Desoye el principio de colaboración, que obliga a sumar esfuerzos y se olvida de simplificar. Las administraciones europeas duplican, en relación al PIB, el peso de sus presupuestos municipales. Lo vemos con el patrimonio de Santa Cruz, donde el Cabildo ataca extemporáneamente el Catálogo que acordó con el PGO. Y plantea otro a la defensiva, donde sin acuerdo se protege todo lo que tiene años, sin estrategia, sin recursos y sin técnica urbanística.

La revista Rincones del Atlántico lleva desde 2004 reivindicando el rescate de la arquitectura y cultura popular canaria. Evita las derivas nostálgicas, donde la exaltación del pasado es valor en sí mismo. Valora el paisaje humanizado del mundo rural y su entorno. Nos lleva a reivindicar de nuevo una Ley de Mecenazgo civilizada, siempre prometida y no resuelta, por razones del marketing político de la cultura.
Lo que nos trae de actualidad la Protección Patrimonial Industrial del Tanque de la Refinería de Santa Cruz, cuyo valor incrementará el tiempo. No es por ello de recibo su abandono por el Gobierno de Canarias. Nos volvemos a encontrar con la ausencia de estrategia, medios y proyecto, que se consumen en el aparato. Y lo que es más grave, Autonomía y Ayuntamiento ajenos a la subsidiaridad y colaboración obligadas, que arriba recordábamos.

No creo en esta identidad canaria, sí en el municipalismo.

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