La aerosolterapia (uso de aerosoles como tratamiento) se utiliza con mucha frecuencia en las consultas de Pediatría. La época más común es el invierno, estación en la cual los virus respiratorios campan a sus anchas. Cuando se prescriben por primera vez, son muchas las dudas que rondan a los padres acerca de su uso:
- ¿Son seguros los aerosoles?
- ¿”No se pondrá como una moto”?
- ¿No se acostumbrarán a su uso?
Intentaremos responder a estas cuestiones. Los aerosoles es la forma más directa y segura de administrar un tratamiento para los bronquios; en primer lugar porque llega directamente a la zona en la que tiene que ejercer su efecto y, en segundo lugar, porque el paso del fármaco a la sangre es ínfimo, minimizando los efectos secundarios.
El primer episodio de “pitos” en un niño menor de 2 años suele deberse a una bronquiolitis; infección vírica que suele verse en epidemias invernales. Tras ella, los bronquios de los pequeños quedan hipersensibles o hiperreactivos, esto es, que ante ciertas circunstancias vuelven a cerrarse (otros cuadros virales, cambios de temperatura, determinadas circunstancias ambientales como exceso de polvo o calima…). Es por ello que, con cierta recurrencia, se tendrán que usar los aerosoles tras esa primera infección y no “porque se acostumbren”. Esta hiperreactividad suele ser temporal, mejorando hacia los 3-4 años del niño.
Finalmente, comentar que la actitud del niño mientras se usan los aerosoles es variable. La mayoría no notan cambios importantes, aunque es cierto que algunos “recargan pilas” y alteran sus ritmos circadianos de manera importante, retrasando en ocasiones la hora de dormir.
En definitiva, la seguridad del uso de aerosoles está contrastada, es la forma ideal de prescribir un tratamiento a nivel bronquial y carece de efectos secundarios importantes. Hay que insistir de la importancia de aprender a utilizarlos correctamente:
- Comprar una cámara rígida y estanca, además de una mascarilla adecuada al tamaño del niño
- Cebar bien la cámara en su primer uso, es decir, aplicar varios “puff” de aerosoles a la cámara para que “se pegue” a sus paredes.
- Una vez dado el “puff”, esperar cuatro inhalaciones profundas o esperar 10-15 segundos; sobre todo si el niño está llorando.
- Repetir esto cuantas veces sea necesario, según la pauta del pediatra.
- Al finalizar, limpiar la boca con agua o suero, o enjuagarse en caso de niños grandes.
- Una vez acabado el tratamiento, lavar la cámara con agua y una gota de jabón, aclarar y dejar secar al aire.
Por Iván Abreu Yanes, pediatra tinerfeño de mipediatraencasa.es