el charco hondo

El falso desganado

Atendiendo a las solicitudes recibidas hace ahora una semana, y de entonces a esta parte, proponiendo una segunda entrega que abundara en algunos aspectos que se abordaron en Almuerzos y cenas de empresa (tal que aquí, el viernes pasado), abundemos

Atendiendo a las solicitudes recibidas hace ahora una semana, y de entonces a esta parte, proponiendo una segunda entrega que abundara en algunos aspectos que se abordaron en Almuerzos y cenas de empresa (tal que aquí, el viernes pasado), abundemos. Hoy es su gran noche, el falso desganado se ha pasado la semana volcado con su papel, forzando en casa las conversaciones, para dejarlo claro, o eso cree él, Cari, malditas las ganas que tengo de ir a la cena de la empresa, menudo rollo, este año porque no me queda otra, Cari, eso sí, acabando el postre me vengo a casa, paso de copas, y así, una vez, y otra, sacando el tema a todas horas, aburriendo a su pareja, que lo escucha en modo-avión, con una letanía prescindible, Cari, y encima a aguantar a quien tú sabes, y al otro, y al que, si te digo yo que mejor me quedaba en casa, y otra, y dale, y la pareja maldiciendo la dichosa cena, pero no porque se vaya de copas, no, sino por tener que aguantarlo toda la semana con la cantinela de que no le apetece salir hoy por la noche, no, no poco, que dicen los chiquillos, porque además de ser una losa, y tanto que lo es, el falso desganado responde al retrato robot del dominguero de la noche, especie capaz de desdoblarse en su pesadez, de tal forma que si pesado se pone en casa con la monserga de que a él (o ella) las fiestas no le van, igual o más pesado se pone en la oficina durante las vísperas, el viernes me bebo la ciudad, qué ganas tengo de romperme, bueno, con decirte que en casa he dicho que no cuenten conmigo el sábado porque estaré durmiéndola, y así, una vez, y otra, aburriendo a sus compañeros, que lo escuchan en modo-avión, sabiendo como saben, porque el falso desganado lleva unos años en la empresa, que falso desganado ladrador mal bebedor, no sabe, desconoce los códigos de la noche, y por eso se mueve antes y durante las copas como un niño perdido en el metro de Pekín, paliza, pesado, un plomo, el falso desganado es la versión penal de un vendedor de libros a domicilio, no hay forma de zafarse cuando te atrapa para contarte un rollo que no interesa ni a su propio tímpano, él es así, en su inexperiencia un vagón de montaña rusa sin barra de seguridad, claro que todo puede empeorar, porque el falso desganado de ayer es ahora el falso desganado con móvil, a saber, el maceta que rendido a la evidencia de que le huye hasta el secador del baño se pasa la noche haciendo fotos y vídeos, un asunto, éste último, que bien merece una tercera entrega, tarjeta roja y expulsión.

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