La intención era buena: rendir homenaje a Chimuelo, la mascota de la familia, que más que mascota “era un hermano”. Pero la sentida despedida no salió como había planeado el adolescente, dueño de Chimuelo, un periquito verde que, a juzgar por los cantos que le dedica su apenado amigo, era muy querido.
Con una pala en una mano y Chimuelo en la otra, el joven empieza a cavar mientras deja estrofas para el recuerdo. “Ave Maríaaaa… lleva al Chimuelo a su lugaaar”, maulla el chico. “Y ahora, el momento más triste de la jornada, sin duda. Adiós Chimuelo”, dice, antes de dejar al pequeño pájaro en el hoyo que acabar de hacer.
La escena, que resulta tierna y conmovedora, se torna de pronto cómica cuando aparece el perro de la familia para devorar al Chimuelo. El chico, ayudado por quien graba el funeral, atrapa al perro e intenta sacarle de las fauces al pajarillo. No se ve cómo lo logran, pero, tras un corte, el vídeo continúa con el funeral. “Tras un percance, aquí está Chimuelo, con un poco de babas, pero él está en paz”, dice antes de taparlo con tierra; sin duda, uno de los mejores funerales televisados de toda la historia.