viernes a la sombra

Balcones

Casi inopinadamente, cuando una tarde recorría la Villa clásica y señorial, en busca de dinteles, jambas, postigos y carpintería artesanal, atravesó el zaguán abierto y quedó embelesado cuando contempló la belleza y la armonía de aquel patio. Muchos encantos. Tantos, que allí mismo brotó la idea de reunirlos y plasmarlos documentalmente. Dedicó los domingos y festivos a un recorrido por las localidades de la Isla. Salió en busca de esos espacios sobresalientes, frondosos, pletóricos de frescura, bien decorados con elementos de distinto tipo pero, sobre todo, con profusión vegetal que revelaba, está claro, un esmerado cuidado de las más variadas especies. Viajó por las islas para fotografiar sin descanso. Ahí, en esa chispa y en ese recorrido, al cabo de numerosos disparos fotográficos desde muy distintos ángulos, surgió el libro titulado Patios singulares de las Islas Canarias (Publicaciones Turquesa), aparecido en 2008. Fue prologado por el abogado, ensayista y escritor, Alfredo Herrera Piqué, quien fuera senador del Reino, director del semanario Sansofé y presidente del Museo Canario. Quienes han accedido a ese volumen seguro que dan fe de la calidad de la edición, en la que llama la atención la hermosura de las fotografías en color, obtenidas por el autor en el 95%.

Primero, los patios canarios. Alguien tenía que inmortalizarlos y le tocó a Tomás Méndez Pérez, que ahora se esmera con los balcones, los que ha ido localizando, describiendo y clasificando (las tres tareas básicas), junto a su esposa, a su nieto y a sus amigos del colectivo cultural La Escalera, destinatarios de la dedicatoria de un libro cualitativamente editado, Balcones tradicionales de las Islas Canarias, (éste es su título), y que ha prologado el profesor de Historia Moderna de la Universidad de La Laguna, Adolfo Arbelo García, quien sienta algunas premisas del “balcón como elemento destacado de la arquitectura doméstica isleña que se expande con rapidez con el paso de los siglos por todas las islas”. Escribe el profesor Arbelo que “el estudio, sustentado en una investigación exhaustiva y minuciosa, constituye una aportación imprescindible y necesaria que desde hace tiempo demandaba la historiografía sobre el patrimonio isleño”.

Recorrió Tenerife de punta a cabo e incursionó en las tripas visibles de otras islas para contrastar los remates y los alardes de las edificaciones ya fuera en ámbitos rurales ya en tipologías urbanas. Mejor o peor conservado, restaurado o de nueva confección, no hubo balcón que se resistiera al orotavense Tomás Méndez Pérez, si se nos permite la expresión. Los de haciendas agrarias, los situados en ermitas, conventos o iglesias, los de casonas de la elite insular o los de viviendas más modestas, los de haciendas agrarias o los de casas capitulares, de sectores intermedios y clases populares, fueron auscultados desde todos los ángulos para brindarnos una obra original, cien por cien atractiva.

Méndez Pérez nos ofrece las Canarias de los balcones. Se ha esmerado para describir las fachadas de las casas con balcones y hacer una síntesis de sus promotores, a lo largo, como él mismo dice, de pagos, lugares y pueblos de las islas. Su obra no es un minucioso rescate de fotografías antiguas o actualizadas sino un canto a los valores patrimoniales de las islas, un relato riguroso desde el punto de vista cronológico, complementado con una clasificación que permite contrastar la variedad de la tipología: balcones cubiertos, cerrados de tablas, con y sin escaleras; balcones de mampuesto y cristales; los cerrados de cristales, con balaustres y cojinetes; aquellos cerrados de celosías; los cubiertos, de antepecho de mampostería, de tablas o de cuarterones; igualmente los hay de listones verticales y cruzados y ejemplos gráficos de balaustres planos recortados también aparecen. En definitiva, las páginas se van sucediendo y despiertan el interés textual y visual del lector que va descubriendo rincones desconocidos o de otra época, que va recreándose en testimonios de un patrimonio histórico y artístico que refleja la creatividad y el tesón de los canarios. Acertó con los patios, primero. Y ahora, con los balcones.

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